
Gareth Bale y Cristiano Ronaldo no mantienen la mejor de las relaciones en el vestuario del Real Madrid. No es que el nexo entre ambos sea malo. Pero tampoco es bueno. Se reduce a un justo trato profesional que hace que uno y otro se respeten para llevar a cabo los objetivos grupales. Ni más, ni menos.
Se podría decir que ambos mantiene frías distancias. Es lo que hoy revela el diario Marca. El diario madrileño afirma que Gareth Bale tiene envidia del portugués. Que quiere tener el mismo protagonismo que el luso o, al menos, que el brillo de CR7 no eclipse el suyo.
Porque en el pasado 2014 el de Cardiff brilló con luz propia en el Real Madrid, pero no se ha llevado ningún reconocimiento público. Todos han sido para el luso. Eso ha provocado el malestar de Bale y un incremento de su egoísmo sobre el terreno de juego, lo que, según Marca, habría aumentado las distancias en el cambiador.
Esta duplicidad en la relación se hizo visible en su cara y su cruz el pasado sábado en el duelo entre el Real Madrid y el Espanyol. La cara amable surgió en el gol de Bale, un zapatazo de falta impecable. Cristiano (que lo suele tirar casi todo en Concha Espina), le cedió el testigo a Bale y este ejecutó el remate a las mil maravillas. Golazo.
Tras el tanto, Cristiano fue el primero en ir a felicitar a Bale. Sin embargo, ya en la segunda parte, emergió el lado amargo de esta relación entre ambos.
Bale se la jugó en una acción individual cuando tenía al lado a Cristiano. No le cedió la bola y eso provocó el enfado del luso. Un enfado que reiteró con gestos y que se contagió a la grada. El Bernabéu pitó al 11 blanco.
Cristiano Ronaldo arropó en sus inicios a Bale, pero poco a poco, aquel afecto ha quedado aparcado hasta convertir al '11' en un compañero más. No ayuda el hecho de que Bale apenas hable español y en el global del vestuario sólo tenga un nexo de unión especial con Luka Modric y con un fisioterapéuta.
Con el resto de compañeros se habla (en especial con los que manejen el inglés), pero no va más allá del trato profesional de un vestuario en el que no termina de integrarse como otros futbolistas.