
El partido del Real Madrid este sábado dejó una imagen controvertida a su conclusión, con el homenaje que realizó la entidad blanca a su defensa Sergio Ramos por disputar su partido 300 desde su llegada al club.
El presidente Florentino Pérez entregó al defensor andaluz una camiseta con su nombre y el número 300 en el césped del coliseo blanco. La parte de la afición que aún restaba en las gradas pudo aplaudirle y rendirle el merecido homenaje.
Sin embargo, la imagen evoca al último homenaje similar y hace pensar en las diferencias existentes entre ambos. Se trató de los 15 años cumplidos desde el debut del portero y capitán Iker Casillas, algo que se celebró en el choque de Champions ante el Basilea.
En aquella ocasión, el máximo mandatario merengue entregó una réplica de la Cibeles al guardameta... pero lo hizo en la intimidad del vestuario. Sin más luces que las del flash de algún fotógrafo, y por supuesto, sin aplausos de la afición.
De este modo, cabe plantearse cuáles son los motivos de las diferencias entre uno y otro homenaje: por qué uno de ellos se hizo de manera pública y otro en la más absoluta clandestinidad. El portero sufrió una vez más un agravio que puede considerarse incluso desprecio institucional, en un momento en el que se cuestiona más que nunca si realmente terminará su carrera en el club de toda su vida o si optará por buscar otro destino deportivo.