
La selección española disolvió ante Luxemburgo (victoria por 0-4) algunas de las dudas que había dejado en Eslovaquia. Cierto es que el cuadro centroeuropeo no era un rival de entidad, pero la herida de la derrota el jueves de la semana pasada fue profunda.
Tanto, que Vicente del Bosque tuvo que acudir a una mini-revolución en el equipo (hasta cuatro cambios) para que los vigentes campeones de Europa volvieran a la senda del triunfo contundente y seguro. Un partido que más allá de la victoria, deja algunos elementos para la esperanza futura. Casi tantos como para el pesimismo.
Estos son los cinco argumentos vistos en Luxemburgo que alimentan ese optimismo.
1.- Nuevo estilo de juego
Adiós al tiqui-taca. España aprendió a la modesta Luxeumburgo a jugar a algo más que a tener la pelota. Durante los primeros 15 minutos de juego, 'La Roja' cayó en el pecado de los últimos partidos. Esto es, mover la bola, tener una alta posesión, pero apenas generar peligro por el exceso de pases horizontales y de conducción del esférico, lo que ralentizaba (y mucho) el juego de los nuestros.
Fue llegado al cuarto de hora de partido cuando Piqué empezó a colgar balones en largo para que Diego Costa los peleara y generase o bien ocasiones para él mismo o bien segundas jugadas para sus compañeros. Fue así, en un balón largo (esta vez puesto por Koke) como Costa la dejó atrás para que Silva la pusiera dentro de la red.
El método se repitió con relativa frecuencia y permitió, por momentos, que los rivales se adelantasen para presionar la salida de balón de la zaga española, lo que daba a España dos opciones. O volver a intentar el balón largo o sacar la pelota por abajo, lo que, con las lineas de Luxemburgo algo más adelantaba, servía para atacar con más huecos por delante del balón.
2.- Un nuevo dibujo
España ha pasado del doble pivote innegociable, a un 4-4-2 con un rombo en la medular. Sorpresa porque pocas veces España ha jugado con dos puntas netos (Diego Costa y Alcácer en este caso) y porque el método del rombo parecía olvidado para el fútbol moderno hasta que Luis Enrique lo ha recuperado con Messi en el vértice ofensivo de la medular.
En esta ocasión Busquets fue el encargado de ejercer de único mediocentro, con Iniesta y Koke de interiores y Silva de mediapunta. Las alas quedaban reservadas exclusivamente para los laterales.
Con esta nueva formación, España ganó en disparo en las cercanías del área, toda vez que con el tradicional 4-3-3, se acumulaban demasiados jugadores en la medular sin apenas oportunidad de tiro cercano. Anoche, por el contrario, 'La Roja' tiró hasta en 19 ocasiones, siete entre palos y doce lejos de la portería.
3.- La tranquilidad de De Gea
Vale, el rival era Luxemburgo, un equipo no muy potente, pero, dicho esto, la portería de España dio anoche sensación de mayor seguridad por la mera presencia de De Gea.
Tantas son las dudas que ha generado a lo largo de este tiempo Casillas, que, aunque sea por inercia, cada balón que llega a su área crea miedo y eso hace que los defensas reculen más, amén de ver como el propio portero es víctima de sus propios recelos. Anoche eso no ocurrió.
De Gea estuvo seguro por arriba y por abajo. Sin estridencias, rotundo y contudente, algo que dio mucha tranquilidad a los defensores e incluso permitió adelantar algunos metros la línea de la zaga, con la consecuente ayuda para el medio campo y la delantera.
4.- El empuje de los nuevos
Ayer España estuvo plagada de novedades. De Gea, Bartra, Carvajal, Koke y Alcácer jugaron de partida y Rodrigo y Bernal lo hicieron desde el banquillo. Todos ellos aportaron un punto mayor de intensidad al choque de lo que lo hicieron los Casillas, Albiol, Juanfran o Cesc en el choque ante Eslovaquia.
Empuje que se manifestó en forma de goles en Alcácer y Bernal. El primero suma ya tres tantos en tres partidos oficiales con España y demuestra que hay delantero de futuro. El segundo, por el contrario, apenas necesitó 17 minutos para mojar tras una gran jugada entre el propio Alcacer y Rodrigo. Hay relevo.
5.- El liderazgo de Silva e Iniesta
En una selección sin Xavi, Xabi Alonso, Puyol o Villa, por poner nombres a algunas de las grandes ausencias de esta selección, Iniesta y Silva (quizá también Cesc) estaban llamados a liderar la transición y asumir galones. Ante Eslovaquia los dos estuvieron apagados, pero frente a Luxemburgo supieron dar un golpe en la mesa y demostrar que pueden dar más de sí y echarse el equipo a las espaldas.
Especialmente notable fue la actuación del canario, no sólo por su gol, sino porque desde la mediapunta generó fútbol de kilates y movió al equipo con unos cuantos buenos pases al hueco que Costa casi convierte en gol.