
Iker Casillas va dejando atrás poco a poco, parada a parada, la complicada situación en la que se vio en el inicio del curso, cuando sus fallos se convirtieron en pitadas masivas desde las gradas del Bernabéu. Anoche, frente al Athletic de Bilbao, apenas se escucharon críticas. El portero blanco parece haber firmado la paz con el coliseo merengue.
El capitán volvió a jugar en su campo tras casi 20 días sin pisar el verde de Concha Espina. Su última aparición data del 16 de septiembre, cuando los blancos debutaron en Champions frente al Basilea.
Aquel día la parroquia merengue volvió a dividirse entre 'Casillistas' y 'Anti-Casillistas', lo que propició que Ancelotti decidiera darle descanso para el siguiente encuentro como local, esto es, frente al Elche jugó Keylor Navas.
Ayer, cuatro partidos más tarde y 20 días después, Iker volvió a ser titular en su campo y esta vez lo hizo para ratificar que las críticas son, por ahora, cosa del pasado. El arquero apenas fue abucheado por el respetable. Más bien todo lo contrario.
Tres buenas intervenciones del arquero (especialmente una a cabezazo de Ibai Gómez) provocó que la mayor parte del público estallara en gritos a favor de su portero. Fue entonces cuando una parte del estadio, la que le ha declarado una guerra eterna, le silbó más como réplica a los cánticos de los fieles 'Casillistas', que como forma de criticar su partido.
Porque anoche, ante el Atheltic, Iker ratificó la línea de actuación comenzada contra el Ludogorets, cuando el arquero firmó un gran partido con también tres buenas intervenciones que evitaron la sorpresa de los búlgaros.
Contra los leones tuvo menos trabajo que en Sofía, pero lo resolvió con un par de reacciones rápidas y de reflejos que evitaron el gol visitante.
Fue suficiente para apaciguar los ánimos de un Bernabéu que empieza a olvidar las rencillas con su capitán, justo lo que el propio Casillas deseaba y lo que pretendía Ancelotti con el cambio en la portería la noche que los blancos se midieron al Elche.
Los compromisos internacionales hará que pasen tres semanas hasta que el Real Madrid vuelva a jugar en casa en Liga. Será frente al Barça en un Clásico que testará de nuevo la paciencia de la afición madridista con su portero. Es el examen que no cesa para Iker Casillas.