
En el minuto 17 de partido, el Elche ganaba 0-1 en el Santiago Bernabéu y había rozado el 0-2 con un lanzamiento de falta. Un cuarto de hora después, ya había encajado tres tantos y tenía encima a un equipo contundente, seguro de sí mismo, y letal como pocos hay en el panorama del fútbol mundial. Es lo que tiene jugar contra el Real Madrid. Y jugar contra Cristiano Ronaldo.
Porque el luso fue el protagonista principal de una noche casi redonda para el Real Madrid. Sus cuatro goles le ponen ya con nueve en la tabla, muy distanciado de sus perseguidores, y hablan del hambre infinita de un futbolista que no se cansa de marcar. Del ansia voraz de un jugador que solo vive para el gol. Que se lo pregunten a Manu Herrera.
Media hora y dos goles al final le bastaron al Real Madrid para derribar al Elche de Fran Escribá con un 5-1 que cierra otro punto más de la herida que el equipo blanco se hizo con las derrotas ante Real Sociedad y Atlético de Madrid. No obstante, el duelo deja dos asignaturas pendientes: la facilidad con la que los ilicitanos llegaron por la bandas de Carvajal y Marcelo (los dos con amarilla en el minuto 16) y el espacio entre la media y la defensa en ese tramo inicial. De ello tomará cuenta Ancelotti.
El inicio del partido trajo consigo a un Real Madrid sin Iker Casillas y sin Chicharito y a un Elche valiente a la contra, con Jonathas, Coro y Rodrigues haciendo daño a la defensa blanca. Los ilicitanos sorprendieron un par de veces a la espalda, pero el gol llegó en un córner. Tras varios rechaces, Cristiano derribó a Adrián y Clos Gómez pitó penalti. Torpe, sí. Justo, también. Pero penalti. Albacar no perdonó y las nubes negras regresaron al Bernabéu.
A ello contribuyó el propio Albacar con un tiro de falta que se marchó muy cerca de la portería de Keylor Navas. Pero Gareth Bale tenía otros planes. El galés cabeceó un centro de James a gol minutos después del penalti de Albacar. A partir de ahí, comenzó la exhibición de Cristiano. Primero, al transformar otro penaltito (pero bien pitado) de Adrián, intercambiando papeles, y más tarde cabeceando impecable un centro medido de Marcelo.
Fueron los mejores momentos del Real Madrid (que cambió al 4-4-2, con Bale y CR7 de delanteros), de la mano de un gran Asier Illarramendi, que esta vez sí asumió galones y equilibró al equipo en el centro. Y también de Isco, que encontró muchas (y buenas) conexiones entre líneas para los jugadores de ataque. Cristiano lo tuvo en dos tiros, y también Sergio Ramos en un córner. Pero al descanso se llegó con el 3-1.
La segunda mitad dejó un pecado adquirido del Real Madrid: la relajación. En descargo de los de Ancelotti, hay que reconocer el marcador a favor. Coro pudo hacer el 3-2, pero en una ocasión no sorprendió con su tiro al palo corto, y en otra la pelota se convirtió en conejo, y le botó al ir a disparar.
Tras un arreón a ráfagas en el primer cuarto de hora, el Elche dejó de incomodar, y dejó paso al segundo capítulo de la voracidad de Cristiano, que hizo el 4-1 de penalti y el 5-1 tras una gran asistencia de Bale. Entre los dos tantos, el larguero privó a Kroos del gol y Chicharito (Ancelotti le dio un cuarto de hora) se resbaló cuando lo tenía todo a favor para marcar.
No hubo tiempo para más. El Real Madrid acumula ya 18 goles en los últimos tres partidos (a una asombrosa media de seis por partido) y adelanta a uno de sus rivales por el título, el Atlético, aunque con un partido más. Y, lo más importante, recupera sensaciones y a un Cristiano Ronaldo que cuando golpea, lo hace como un ejército.