
Asier Illarramendi parecía desterrado en la presente temporada. No había esperanza para él. Los fallos cometidos durante el curso pasado y la llegada de Toni Kroos le empujaban hacia un profundo ostracismo. Si a ello se le une que Ancelotti no confía en él, el resultado parecía claro: suplencia tras suplencia hasta la jornada final. Hoy, sin embargo, un atisbo de esperanzas se dibuja en su horizonte.
No es que el de Mutriku vaya a convertirse de la noche a la mañana en indiscutible, pero su buena actuación ante el Deportivo de la Coruña y la opción de que el Real Madrid adopte en algunos partidos el 4-4-2 como dibujo de referencia, permite al internacional sub 21 soñar con un futuro mejor.
Más si cabe atendiendo a que en Riazor logró el más difícil todavía. Su partido frente a los gallegos fue simplemente perfecto. Lo dicen las estadísticas.
Illarra saltó al campo y disputó sólo 33 minutos en los que dio 42 pases buenos y ninguno malo. Recuperó dos balones y sólo perdió uno. Un recital en toda regla que no sólo dio equilibrio y balance al equipo merengue, sino que mejoró, con mucho, los datos que venía teniendo el jugador en el Real Madrid.
El curso pasado el ex de la Real Sociedad disputó 49 partidos con una media de 44 pases buenos, 38 malos, 3'7 balones perdidos y 4'7 recuperados por encuentro. La diferencia es notable.
Tanto, que de mantener este ritmo, Ancelotti dijo ayer en sala de prensa que no descarta usar a Illarramendi de inicio en algún partido que aporte este equilibrio a la alineación blanca. Una confesión que hace apenas unas semanas sonaba impensable. Hasta que el '24' blanco hizo el partido perfecto de Riazor.