El FC Barcelona se presentó este lunes frente a su afición. Sucedió en su propio trofeo, un Joan Gamper sencillo contra un rival de poca entidad (el León mexicano) que, con todo, sirvió para poder adelantar algunas pinceladas de cómo será el nuevo equipo que dirige Luis Enrique. Munir fue el nombre más destacado, pero también brillaron Neymar y Messi.
Ambos volvieron a entenderse a la perfección pese a formar un dúo distinto al del año pasado. La nueva posición de Leo, entre la mediapunta y la delantera, será uno de los aspectos relevantes de este equipo, una suerte de cambio que se mezcla con viejos valores heredados de la era Guardiola.
Una de ellos es el rechace del contragolpe como forma de vida. Lo dijo Luis Enrique, preparador culé en sala de prensa cuando afirmó que "se presiona en una situaciones concretas y eso significa que puedes defender de una manera ordenada, pero ha habido fases del partido que ha parecido un 'correcalles' y eso no nos interesa".
Y es que hubo algún momento en el que el Barça se lanzó a un frenesí de velocidad propiciado por sus propios delanteros que, con todo, no gusta al asturiano no tanto por su efectividad en la generación de ocasiones de peligro, como en los problemas que crea en la zona defensiva.
Los Messi, Neymar y compañía están acostumbrados a correr hacia adelante, pero no mucho hacia atrás. Dicho de otro modo, sí que saben presionar la salida de pelota rival, pero no suelen hacerlo si lo que toca es replegar después de una contra fallida.
De ahí que Luis Enrique insista en no rechazar la velocidad como un arma de los suyos, pero prefiere que no se use para contras vertiginosas, sino para acelerar cuando la posesión a puesto al equipo cerca del área rival.
Un estilo que contrasta, por el contrario, con el método que ha perfeccionado el Real Madrid en esta pretempodada. Los blancos usan mucho más la posesión que en tiempos pretéritos, pero no han desechado las contras que tanto éxito le dieron durante la era Mourinho.
En este caso, los merengues se han acostumbrado a desplegar tres o cuatro jugadores cuando se marchan por velocidad a por la meta rival, pero, de ellos, siempre algún miembro busca su propia portería si el ataque acaba en las piernas rivales. En este sentido Bale y Di María son los dos máximos exponentes de este estilo, si bien Cristiano Ronaldo y Benzema también han aprendido a mirar atrás cuando la ocasión así lo hace necesario.