
Gerard Piqué ha sido noticia en los últimos días. Y lo ha sido no tanto por sus capacidades deportivas o su actitudes como central, sino por sus gestos de inmadurez, la misma que le ha costado no ser capitán del Barça pese a ser uno de los más 'veteranos' de la plantilla y que le ha permitido ganarse los recelos de compañeros y periodista ante sus bromas de mal gusto.
El internacional español se dedicó a tirar 'bombas fétidas' en el avión que llevó a la plantilla y a la expedición blaugrana a Helsinki en el último amistoso disputado por los de Luis Enrique.
La indignación del pasaje y de la tripulación de abordo fue similar a la que tuvieron los periodistas cuando, en la zona mixta del estadio en el que se jugó el partido, Piqué repitió gesto impidiendo que los redactores desarrollaran su trabajo en condiciones óptimas.
El enfado de unos y de otros, sin embargo, no hizo más que provocar la hilaridad del jugador e incluso algún que otro 'mosqueo' con aquellos que le recriminaron el gesto.
Cara y cruz de Piqué
Así es Piqué. Un hombre capaz de lo mejor y de lo peor más allá del terreno de juego. En el primer apartado, el jugador ha demostrado en algunos momentos cotas extraordinarias de responsabilidad, asumiendo el mando y el discurso que le supone a un peso pesado del vestuario blaugrana.
Sucedió el curso pasado, cuando las cosas no fueron bien dadas y el central salió en más de una ocasión a defender a los suyos sin atacar a nadie, sino valorando el trabajo de las últimas temporadas.
También pasó cuando hace dos cursos, en la previa del Barça - Milan (el equipo perdió 2-0 en la ida), el canterano cogió los mandos del timón blaugrana y ante la ausencia de Tito Vilanova, protagonizó un discurso sereno, pero épico, humilde, pero grande, más propio del mismísimo Guardiola que de él mismo.
Sin embargo, estas pinceladas han quedado muchas veces enterradas por brochazos de inmadurez. Las bromas de las bombas fétidas es sólo el último capítulo de un historial amplio. En el club no gustan, por ejemplo, sus torneos de póquer. Tampoco que difunda a través de redes sociales aficiones como la práctica del tiro.
Episodios del pasado como su manita al cielo el día del 5-0 o la bronca que tuvo los 'españolitos' del Real Madrid tras un partido en el Bernabéu apuntan a la misma dirección. Incluso su desconocimiento del reglamento (casi se pierde un clásico por tratar de forzar de manera descarada una amarilla) son gestos que han hecho que sus propios compañeros no le hayan votado como capitán culé. No es que le vean con malos ojos, es que no lo ven con el brazalete, que es distinto.
Xavi, Messi, Iniesta y Busquets (de un perfil mucho menos controvertido) llevarán la voz cantante en el vestuario en un gesto que confirma la predicción de Guardiola cuando, hace tres años, pidió la salida del central para que continuara al frente del club. No le veía maduro para seguir en el club. El tiempo parece que le ha dado la razón al menos en lo que a su seriedad se refiere.