
Ángel Di María quiere salir del Real Madrid. Y quiere hacerlo pronto. No desea llegar a la concentración del Real Madrid sin que su futuro no esté decidido. No quiere una larga incertidumbre. Pero las circunstancias actuales le están negando su deseo al rosarino, que comienza a agobiarse. Siga el mercado de fichajes de la temporada 2014-2015.
Su primer destino es el PSG. Los parisinos han sido los que más han convencido a Di María. Son su primera opción. Pero tienen un hándicap: la sanción de la UEFA que les obliga a vender a alguna de sus estrellas para poder ejecutar su fichaje. Esto está retrasando lo que debería haber sido una operación rápida. Y de paso poner nervioso al jugador.
Según la emisora RMC, habría presionado al PSG para cerrar ya el traspaso. Di María ha metido prisa a Al-Khelaifi, el jeque presidente del equipo galo, y ha amenazado con empezar a escuchar ofertas del Manchester United, su otro pretendiente, si no hay avances rápidos.
Di María tiene miedo a quedarse tirado por esperar más de la cuenta al PSG. Un año en Madrid le dejaría en una situación difícil a ojos de todos. No tiene su sitio asegurado, y los fichajes de Kroos y James (realizados, todo sea dicho, contando con su baja) le relegarán, a priori, a la suplencia. Además, en el Real Madrid no han sentado bien sus conatos de rebeldía.
Así, el argentino estaría planteándose muy seriamente volver su cara hacia el Manchester United. Los ingleses ya tantearon al jugador con una mareante oferta de casi diez millones de euros anuales. Di María rechazó esta primera propuesta, pero el giro de los acontecimientos podría llevarle a cambiar su actitud. En Old Trafford le esperan con los brazos abiertos.
El Real Madrid cede
En paralelo a esto, el Real Madrid habría aflojado un poco las exigencias económicas. Si bien pidió al PSG 60 millones de euros, ahora habría rebajado sus pretensiones y habría vuelto a los 50 millones de partida, según informó El Partido de las 12.
Un gesto que se puede interpretar como un paso adelante del equipo blanco para acabar de una vez por todas con uno de los culebrones existentes (cada vez son menos) en la zona noble del Santiago Bernabéu.