El vestuario del FC Barcelona está en pleno proceso de reestructuración. La llegada de Luis Enrique y la salida de algunos pesos pesados ha creado un ecosistema nuevo en el que emergen nuevos líderes y también nuevos jugadores 'pegamento' de esos que hacen equipo y ayudan a que todo vaya mejor. Suelen ser hombres con una sonrisa siempre en la boca, capaces de crear buen rollo en todo momento y con cualquiera que se le ponga por delante.
Un rol en el que destaca especialmente un hombre: Gerard Deulofeu se ha transformado en apenas un puñado de días en la primera plantilla en ese futbolista que une a todo el bloque a base de sonrisas y espontaneidad.
Ayer mismo protagonizó una de esas escenas que demuestran de qué pasta está hecho. Sucedió antes de comenzar el entrenamiento, cuando Rafinha entraba en la zona donde los jugadores aparcan el coche.
Deulofeu estaba esperando y entonces, antes de que pasar el deportivo de su compañero, empezó a hacerle gestos entre bromas y risas. Una actitud que derivó en una curiosa imitación de Cristiano Ronaldo. El canterano culé empezó a señalarse el pecho como si hiciese la famosa celebración del luso.
No fue un gesto despectivo. Era más una pequeña chiquillada que despertó la carcajada de los presentes. Luego en rueda de prensa habló con naturalidad ante los medios. Quizá demasiada.
Dijo que le gustaba de Luis Suárez su "hambre de goles", una mención indirecta al famoso mordisco que dio a Chiellini que, luego provocó más carcajadas en el vestuario culé.
Pero a Deulofeu le da igual. Se lo toma broma y sigue ayudando a hacer piña como también sucede con Rafinha o Masip, tres de esas nuevas caras y que, por ahora, se han convertido en el 'pegamento' del nuevo vestuario culé.