
Pep Guardiola se marchó en 2012 cansado (como él mismo dice) de gestionar de un Barça que, de la noche a la mañana, se le hizo gigantesco. Demasiado peso para acarrear sobre sus ya agotadas espaldas. Muchos motivos le forzaron al adiós. Desde las malas relaciones con la directiva hasta los malos resultados. Sin embargo, uno pasó por encima de todos: su relación con los jugadores culés dejó de ser ideal. Más bien todo lo contrario. Se convirtió en otra tortura.
El de Santpedor lo ha dejado entrever en alguna que otra entrevista, de esas que concede a cuentagotas. "Era incapaz de motivar a esos jugadores", comentó el técnico. Tras esta frase se esconde, en realidad, el conformismo de un vestuario en el que trató de hacer limpieza. Su condición para quedarse era vender a pesos pesados que, por aquel entonces, parecían intocables.
Piqué, Cesc, Alves o Pedro eran algunos de los señalados. La directiva se negó en rotundo y entonces Guardiola decidió que había perdido el pulso. Se marcharía él y dejaría el problema para el siguiente. Tito Vilanova consiguió aplacarlo, pero la llegada de Gerardo, el 'Tata' Martino desató de nuevo los fantasmas que denunció Pep.
El argentino sufrió las consecuencias de aquella revolución frustrada que alentó Guardiola y acabó devorado por el vestuario.
Algo parecido a lo que ahora le ha sucedido Vicente del Bosque (amigo de Guardiola) en la selección española. El técnico ha terminado el Mundial muy cansado de casi todos los jugadores del Barça, pero en especial de los ya citados Cesc y Piqué, dos de los miembros de la generación del 87 que Guardiola señaló en su despedida del Camp Nou. El otro es Leo Messi, contra el que también pende la acusación de haber extendido su influencia en el equipo de manera peligrosa.
Ambos jugadores han respondido ante la adversidad con malas formas, desidia e incluso indisciplina. Por eso Del Bosque no les convocará en las próximas listas de La Roja. O cambian, o no vuelven. Es su manera de lanzarles una seria advertencia. Él, al contrario que Pep Guardiola, no tiene las manos atadas a este respecto. La decisión es suya y sólo suya.
Una decisión que también se extenderá a otro jugador culé. Jordi Alba parece haberse contagiado de la desgana de sus compañeros de club hasta provocar un desgradable incidente con un periodista al que insultó en reiteradas ocasiones. No fue el único. Busquets, a su lado, defendió a su compañero de club menospreciando al mismo redactor.
A esta dupla de malos gestos se une también los enfados de Pedro y el de Xavi Hernández. El primero se ha mostrado especialmente arisco durante todo el torneo. El segundo, prácticamente ha enfriado su relación con Del Bosque después de un año de tensiones.
En 2013 Toni Grande, segundo del seleccionador, afirmó que a Xavi no le gustaba tener ciertos compañeros al lado en la selección (en referencia a Xabi Alonso y Arbeloa). La confesión del asistente de Del Bosque mosqueó a Xavi hasta convertir el vínculo entre ambos en una unión inexistente.
Una cadena de altercados que, de manera indirecta, han hecho que Del Bosque dé la razón a Guardiola y los motivos de su marcha en 2012. Aquel vestuario del Barça quizá si necesitaba una limpieza. Limpieza que, por cierto, sí que parece estar acometiendo Luis Enrique. El asturiano ha dado luz verde a las salidas de Xavi y Cesc, no descarta la de Pedro y pretende buscarle sustituto a Alves. Corren nuevos tiempos en el Camp Nou.