BUENOS AIRES (Reuters) - Mientras Argentina consigue triunfos en el Mundial, la presidenta Cristina Fernández lidia con una crisis de deuda y se siente como un portero que enfrenta una eterna definición por lanzamientos de penalti y a un árbitro parcial.
"Yo puedo ser arquera porque la verdad me tiran penales, tiros libres, me tocan con la mano, tengo al árbitro que nos bombea cada dos por tres, pero acá estamos: atajando los goles, los penales", declaró Fernández al final de su discurso sobre la industria automovilística de Argentina.
Fernández no mencionó la actual batalla con inversores que rechazaron participar en las reestructuraciones de deuda después de la catastrófica suspensión de pagos de Argentina de 2002, que arrojó a millones de personas a la pobreza.
Pero ha criticado en el pasado a los acreedores, a los que ha llamado buitres, quienes compraron los bonos a un precio bajo para llevar a Argentina a los tribunales y cobrar su valor completo.
Su Gobierno también ha criticado a las cortes de Estados Unidos por llevar a la tercera mayor economía de América Latina al borde de una nueva suspensión de pagos.
Pero en un importante revés legal la semana pasada, Fernández suavizó su tono y accedió a negociar con los tenedores de deuda no reestructurada, algo que ella había prometido que no haría.
El Mundial en el vecino Brasil está eclipsando la saga sobre la deuda para muchos en Argentina, un país amante del fútbol, donde la estrella Lionel Messi carga con las esperanzas de ganar un tercer título.
"Vamos todavía", exclamó Fernández, rodeada por imágenes de la ex primera dama Eva Perón. "Vamos a seguir jugando en la cancha y en una avanzada podemos hacer otro gol".