
El Barça es hoy una contradicción deportiva en toda regla. Mientras que su dirección deportiva piensa sólo y exclusivamente en organizar el futuro y en contratar a los próximos entrenadores y jugadores culés, sus jugadores han tenido que cambiar el chip para centrarse en una Liga de la que se habían borrado hace una semana tras el empate frente al Getafe.
Forma parte de la nueva esencia culé en estos tiempos de crisis institucional y también competitiva. Contradicciones que se dejan sentir también con la perspectiva con la que se mira y analiza todo lo que sucede sobre el terreno de juego.
Y es ahí donde emerge el caso de Xavi Hernández y Cesc Fàbregas. Mientras que el primero sigue siendo considerado un intocable para la parroquia blaugrana, el segundo está siendo objeto de críticas duras que le sitúan más fuera que dentro del Camp Nou.
Actitudes que, en verdad, resaltan con su rendimiento sobre el terreno de juego, toda vez que las últimas remontadas del Barça se han producido precisamente cuando el primero, Xavi, ha dejado su espacio a un Cesc clave para mantener al Barça vivo en la Liga.
Es decir, que la revolución del Barça en la presente temporada, esa revolución que le ha permitido al equipo conectarse casi sin querer a la Liga se ha producido, en verdad sin Xavi Hernández sobre el terreno de juego o con Cesc supliendo sus funciones.
Tres son los ejemplos más claros. Los tres se corresponden con las tres últimas jornadas blaugrana.
Frente al Athletic de Bilbao, por ejemplo, el Barça iba perdiendo 0-1 en el minuto 69 cuando el capitán del Barça dejó su puesto al propio Fàbregas. La reacción del público fue casi inmediata.
Cesc se llevó una pitada como hacía tiempo que no recibía. Sin quererlo, se convirtió en el chivo expiatorio por la eliminación en Champions y la derrota en la final de la Copa del Rey. Sin embargo, con Cesc sobre el césped, el resultado cambió. El de Arenys comenzó a meter ritmo a la medular blaugrana y en apenas dos minutos (el 71 y el 73) el Barça le dio la vuelta al marcador. El triunfo dejaba los tres puntos en el casillero culé.
Luego llegó la visita a Villarreal, uno de los partidos más complicados que recuerda el barcelonismo por la muerte de Tito Vilanova. Cesc volvió a suplir a Xavi (en el mismo cambio entró Tello por Alexis). El cuatro blaugrana no quería ni salir al campo.
Su equipo perdía ya por 2-0 y el recuerdo de Tito pesaba demasiado. Pero Cesc saltó al campo. Ocurrió en el minuto 61. Cuatro minutos más tarde, el Barça recortó distancias. Luego llegó otro gol en el 78' y ya en el 82' Messi ponía el 2-3 definitivo. El pase para la 'Pulga' llegó de la testa de Fàbregas. Los culés consiguieron otros tres puntos de oro para seguir vivos en la Liga.
Y luego llegó Getafe. Cierto es que en este partido el resultado final fue un 2-2 que tampoco ha valido de mucho al Barça, pero no menos cierto es que la actuación de Cesc volvió a ser clave en el buen sentido de la palabra. Esta vez no entró supliendo a Xavi (jugó casi todo el partido), sino que lo hizo en el lugar de Mascherano.
Pese a ello, cogió el rol del capitán blaugrana y en apenas dos minutos sobre el césped, le dio tiempo para dar el pase de gol con el que Alexis colocó el 2-1 momentáneo que sólo un gol de Lafita en el 92 estropeó.
De no haber sido por ese tanto hoy el Barça estaría a un paso de ser campeón de Liga.
Tres ejemplos que demuestran que el papel de Cesc está siendo más clave de los que muchos en la Ciudad Condal estiman. Y en todas esas actuaciones ha brillado asumiendo el rol de un Xavi Hernández del que nadie duda en Barcelona.
Él, Hernández, seguirá en el club la temporada que viene. Por ahora no entra en la lista de transferibles donde sí está el propio Fàbregas. Quien sabe si sus próximas dos actuaciones, ante Elche y Atlético cambiarán este panorama. Dos partidos que pueden dar la Liga al Barça después de que el de Arenys rescatara a los suyos en las tres últimas jornadas.