
El Real Madrid ganó anoche al Bayern de Múnich (1-0, gol de Karim Benzema) y lo hizo en un partido de guante blanco, esto es, sin juego brusco, entradas destacadas o momentos de tensión antideportiva. Tanto es así, que Howard Webb sólo tuvo que mostrar una tarjeta. Fue al madridista Isco y por cortar un pase con la mano. Un ejercicio de 'fair play' por parte de ambos equipos que alcanzó su cénit en dos jugadas en concreto. Dos jugadas en las que el 'seny' (señorío) de Pep Guardiola y sus jugadores perdonó la vida al conjunto blanco.
Y es que fueron dos las ocasiones en las que el Bayern decidió tirar la pelota fuera del terreno de juego para que atendieran a dos futbolistas merengues (a Pepe y Sergio Ramos, para ser más concretos). Un gesto, el de parar el ataque, que no debería ser noticia de no ser por las circunstancias concretas de cada una de estas muestras de deportividad.
La primera se produjo cuando el partido caminaba 1-0 y la primera parte tocaba a su fin. Pepe recibió una tarascada en el costado derecho de la defensa blanca y cayó al suelo fulminado haciendo aspavientos de dolor.
Lo curioso es que apenas un segundo después de que el portugués estuviese tendido en el césped, el balón estaba en la frontal del área del Real Madrid en una clara ocasión de gol del Bayern que, para colmo, veía como la zaga del rival blanco estaba totalmente desprotegida. Era una ocasión más que manifiesta de gol.
Una sensación de pánico recorrió el Bernabéu. Más de un socio blanco creyó que los germanos no echarían la bola lejos del terreno de juego ante el temor de que las quejas de Pepe fueran una treta.
Pero fue entonces cuando el Bayern sorprendió a los casi 80.000 espectadores presentes en el Bernabéu y lanzó la bola lejos del terreno de juego.
Para malestar de los alemanes, Pepe no tardó en levantarse y volver a estar como nuevo sin que necesitara si quiera la entrada de las asistencias. Seguro que más de un jugador muniqués pensó que con ese guiño se había dejado en el camino la ocasión del empate.
Pero es que hubo más. Ya en la segunda mitad Ramos recibió otra tarascada y se dejó caer en la frontal del área. La pelota era del Bayern y, de nuevo, la jugada pintaba como una clara ocasión para los de Guardiola que, lejos de acosar la portería de Casillas ante la duda de que pudiera ser otra vez una falsa alarma, decidieron lanzar de nuevo la bola a saque de banda.
De nuevo el jugador madridista se levantó como si tal cosa. Segunda clara ocasión que los alemanes desperdiciaban por mostrar su señorío, un gesto que quizá fuera impensable hace décadas, pero que Guardiola ha querido imponer en su equipo, aunque eso le pudiera costar, quien sabe, un gol que podría suponer medio pase para la final de Lisboa.
Sea como fuere, hubo una tercera ocasión, aunque esta vez sin la pelota en juego, en la que dos jugadores blancos (de nuevo Ramos y Pepe) terminaron tumbados en el césped para que las asistencias entraran al campo. Ya sin necesidad de echar el esférico fuera, Guardiola se enfadó. Discutió con Chendo (delegado del Real Madrid) y le reprochó el gesto de los defensas, si bien todo acabó en disculpas del catalán al comprobar que ahora iba en serio. Pepe, quejado de un golpe, se marchó del campo y Varane le sustituyó.