
El primero en abrir la veda fue José Mourinho. Hace ya dos temporadas, el entonces entrenador del Real Madrid decidió filtrar a los medios de comunicación afines su deseo de que Iker Casillas no llevara el brazalete de capitán. Al menos durante los partidos. De puertas hacia adentro, el asunto sería distinto. 'The Special One' usó un viejo argumento para explicar el porqué. Decía que un arquero no puede ser capitán de un equipo porque siempre está demasiado lejos de lo que sucede sobre el terreno de juego y que ahí, en la portería, no puede ejercer como capitán para calmar a sus compañeros, darles órdenes e incluso presionar al colegiado, si hace falta. Sin embargo, y pese a dar estas razones (esgrimidas antes por técnicos como Luis Aragonés, por ejemplo) los motivos del luso eran otros. Mourinho quería desprestigiar a su capitán después de algunos roces personales. Hoy, la senda iniciada en aquellos tiempos ha empezado a consolidarse. La capitanía de Casillas en el Real Madrid está más en entredicho que nunca.
Lo está desde un buen puñado de frentes. El primero, el que más afecta al día a día del capitán, el de sus compañeros. Tal y como reveló este martes EcoDiario.es, tras el Clásico del pasado domingo, el vestuario blanco vivió una situación, cuanto menos, poco habitual.
Después de caer ante el Barça, hombres como Cristiano Ronaldo o Sergio Ramos, capitanes 'de facto' del equipo merengue, propusieron salir ante los medios y exponer su malestar tras el arbitraje que había protagonizado Undiano Mallenco.
Casillas, por su parte, no estaba de acuerdo con hablar de los árbitros. Es decir, que el primer capitán merengue entendía que echarse ante los micrófonos para volver al discurso victimista no haría más que perjudicar al equipo; más al contrario, podría generar un efecto 'boomerang' de no muy positivas consecuencias, como se demostró en temporadas anteriores cuando, con Mourinho al frente, los blancos apenas nada sacaron de sus mensajes contra los trencillas.
De poco le valieron sus argumentos al portero. Cristiano y Ramos hablaron e incluso éste último dejó un mensaje que puede entenderse como una crítica velada a Iker: "El 90% del vestuario opina lo que Cristiano y yo hemos dicho. Quizá haya gente que prefiera preservar su imagen y no decir nada, pero yo ya no me callo ni una más", comentó el defensa.
No es la primera vez que desde el seno del vestuario blanco se mira con recelo la manera que tiene Iker de gestionar la capitanía. Casillas es un ídolo dentro del cambiador blanco. Sus compañeros le admiran y le defienden en la mayoría de los casos.
Sin embargo, muchos de ellos creen que no su liderazgo es demasiado sereno y calmado. Demasiado 'blando'. Y de ahí que la irrupción de Sergio Ramos y Cristiano Ronaldo como portavoces enérgicos del grupo haya tenido tanto éxito."Casillas a veces parece sólo capitán de sí mismo", llegaron a decir desde la plantilla merengue.
Si a ello le añadimos la pérdida de protagonismo que está teniendo el portero en el día a día de la competición, lo cierto es que su rol está empezando a ocultarse tras un segundo plano que, en parte, él mismo ha fomentado.
Y es que la temporada pasada, ante su guerra abierta con Mourinho, Casillas prefirió guardar silencio y mostrarse prudente. Quizá demasiado. Tanto silencio le ha granjeado una fama de indolente que ahora le marca entre algunos de sus compañeros y también fuera del terreno de juego.
Muchos aficionados blancos se identifican con la manera de ejercer la capitanía que muestran no sólo los ya citados Cristiano y Ramos, sino otros jugadores, como Arbeloa o Xabi Alonso, hombres que también suelen ser más activos y combativos que Casillas.
Mientras, entre los directivos merengues hay voces para todos los gustos. Desde los que entiende que Casillas representan la continuidad en una forma señorial de entender la capitanía, esto es, con firmeza, pero sin estridencias, como sucedía con Raúl, hasta los que preferirían un capitán mucho más duro y firme, como solía ejercer un Fernando Hierro quien, por ese estilo rocoso e intransigente acabó ganándose incluso la enemistad de Florentino Pérez. El malagueño no se casaba con nadie.
Entre tanto, desde el exterior se mira con sorpresa este debate e incluso se habla de incredulidad por cómo se pone en duda a un jugador de currículum intachable como es Casillas.
Buena prueba de ello es que el portero goza en la Selección Española de un reconocimiento y de un poder que, por ejemplo, no tiene en el Real Madrid. Es ahí, en 'La Roja', donde el de Móstoles se siente más respalda. Un respaldo que llega desde el entrenador mismo, hasta los compañeros del eterno rival, pasando, obvio, por los madridistas.
Porque, que nadie lo dude, los jugadores del Real Madrid no creen que Iker Casillas sea un mal compañero o algo parecido. Ni mucho menos. Sólo prefieren otra forma de usar esos galones. Una concatenación de apoyos que le permiten ejercer sus funciones de capitán con más intensidad y energía en España que en su club.