
El Atlético de Madrid venció este miércoles en Milán en un duelo duro y complicado que acabó decantándose por los rojiblancos gracias a gol (golazo) de Diego Costa. Sin embargo, en el triunfo madrileño hubo un puñado de detalles que llamaron la atención. Por ejemplo, la gran cantidad de ocasiones que los de Simeone concedieron en la primera parte, como el zapatazo de Kaká al larguero o el balón al palo de Poli tras un paradón de Courtois. Entre esos asuntos destacados también llama la atención la entrada de Insúa que lesionó a De Sciglio o la manera cómo el propio técnico argentino gestionó el banquillo rojiblanco.
Porque 'El Cholo' no agotó todos los cambios. Y eso que hubo momentos en los que el Atlético se vio algo agotado o en los que alguno de sus jugadores (como Raúl García) parecía afectado por alguna de las también duras entradas que le 'regalaron' los milanistas.
Sin embargo, y pese a ello, sólo dos jugadores saltaron al césped desde el banquillo. Uno fue Adrián. El otro, el 'cebolla' Rodríguez. Dos relevos que dejaron sin jugar ni un minuto a dos hombres importantes de la escuadra del Calderón: David Villa y Diego Ribas.
La ausencia del primero se puede considerar hasta lógica, toda vez que el 'Guaje' acaba de reaparecer de una lesión que le ha tenido dos semanas lejos de los terrenos de juego. Teniendo en cuenta el intercambio de golpes que sufrieron los conjuntos de ambos equipos, probar con Villa podría haber sido un mal paso.
Más llamativo resulta el caso de Diego Ribas.El brasileño llegó al cierre del mercado invernal como un refuerzo sorprendente e inesperado. También ilusionante. Todos los atléticos sintieron haber recuperado al hijo pródigo. Un sentimiento que se disparó cuando Diego redebutó con el Atlético marcando un gol a la Real Sociedad. Parecía que todo había salido a pedir de boca.
En el siguiente partido, Diego fue titular contra el Real Madrid en el Bernabéu, pero aquella noche los merengues vencieron por 3-0 y el mediapunta fue sustituido en la segunda parte sin que Simeone pareciera muy contento con el rendimiento de su jugador. Desde entonces sus apariciones se han ido evaporando.
Ayer estuvo a punto de saltar al campo por los problemas físicos de Raúl García, pero finalmente el preparador atlético decidió que era mejor aguantar con un Raúl mermado que con un Diego lleno de dudas.
Y la apuesta parece que le salió bien. Ahora sólo falta corroborar si la sequía de minutos de Diego fue sólo cosa de un partido esporádico o si, en realidad, va camino de ser un decreciente fichaje invernal.