
Guardiola parece estar de vuelta en el Barça. No físicamente, obvio, pero sí en espíritu y concepto futbolístico. Así al menos lo ha demostrado el cuadro de Gerardo, el Tata, Martino en sus dos últimos partidos, frente al Sevilla y a la Real Sociedad. Dos encuentros en los que los culés retornaron a la esencia del Pep-Team basándose en un puñado de conceptos básicos que en los últimos tiempos parecían haber sido desterrados del Camp Nou.
Porque, que nadie se engañe, algo ha cambiado en el Barça en los dos últimos años y, sobre todo, en los últimos seis meses. El Barça ya no jugaba a lo de siempre. Las estadísticas hablan por sí mismas: con 14 goles a la contra, el cuadro blaugrana es el equipo de la Liga que más veces ha perforado la portería rival con este estilo. Por mucho que Xavi diga lo contrario, la posesión y elaboración ya no es la única vía de juego culé.
Y eso no tiene por qué ser necesariamente negativo para un equipo que en las últimas temporadas había visto como ciertos partidos se le atascaban por confinar sólo en el 'tiqui taca' como método para hacer daño.
Sin embargo, este curso sólo ha alcanzado la excelencia cuando ha repetido ciertas pautas que se han visto en estos dos últimos partidos. Por ejemplo, en cuanto a la posición de Messi. Porque tras su lesión Leo abandonó su tradicional estilo de falso nueve para convertirse en una suerte de mediapunta que, para su desgracia, no dinamizaba demasiado el fútbol de su equipo.
Tampoco le funcionó aquello de jugar como extremo derecho en canchas como San Siro, donde el 10 se perdió en una función que sólo ha ejecutado en los orígenes de su carrera. Ahora ha retornado al puesto de delantero mentiroso y, casualidades del fútbol, el Barça ha hilvanado dos de sus mejores partidos del curso. También es importante la presencia de un buen puñado de mediocampistas en el equipo blaugrana.
Fue Guardiola quien decidió que el Barça lo hacía mejor con cuatro bajitos en el mediocampo y delantera que con dos extremos al uso. E incluso cuando Pep usaba dos delanteros muy abiertos, la presencia de los cuatro medios parecía intocable. En su último curso en el Barça el de Santpedor llegó a jugar con defensa de tres con tal de mantener su medular ideal. Anoche, frente a la Real Sociedad, Martino repitió esa idea.
Jugaron por delante de la zaga Busquets, Xavi, Cesc e Iniesta. Si a ello se le une la presencia de Messi (un delantero constructor de fútbol) y de Pedro (un hombre que entiende de posesión y presión al rival), el resultado es el de un equipo muy parecido al de tiempos pasados que llegó al 71% de posesión y, sobre todo, a la fabricación de jugadas vistosas y eficaces basadas en ese estilo de mantener la pelota para crear espacios en el tramo final del ataque.
La mayoría de esas jugadas, más allá de Messi, pasaron por las botas de dos hombres con posiciones parecidas a las que solían ocupar cuando Guardiola era el técnico. Uno, Iniesta, se ha convertido en el mejor fichaje para un Leo Messi que se entiende con el 'manchego' a las mil maravillas. Andrés jugó de teórico extremo izquierdo, pero como aclaró Martino en sala de prensa, su misión era la de tener libertad por todo el campo. Como sucedía con Pep.
Fàbregas también fue clave y lo hizo arrancando como interior derecho, aunque, en verdad, su posición permutó más por la zona de la mediapunta que en el carril del 8. Fue así como escudó a Xavi en la salida del esférico y disparó la producción de fútbol culé.