Frank Ribèry se marchó ayer de Zurich como el gran derrotado de la gala del Balón de Oro que coronó a Cristiano Ronaldo como el mejor jugador del planeta en el pasado 2013. El galo, ganador de Bundesliga, Copa Alemana y Champions quedó en tercer lugar por detrás de un CR7 sin títulos en su haber el curso pasado o de un Messi que se pasó buena parte del año en la enfermería.
Semejante derroche de títulos y la comparativa no sirvió, sin embargo, para colocarlo si quiera en la segunda posición. De ahí su enfado. Un enfado que no manifestó ante los medios de comunicación.
Ribèry fue el único candidato que se marchó de la gala sin hacer ni una sola declaración frente a un Cristiano que habló que con todos las radios, televisiones y periódicos presentes y un Messi que sí decidió hacer una declaración rápida en la que reconoció, por cierto, que el premio para Cristiano era más que merecido (aunque no le votase cuando le tocó hacerlo como capitán de Argentina).
Sin embargo, allegados a Ribèry ejercieron de portavoces improvisados del extremo del Bayern de Múnich. Uno de ellos fue Zinedine Zidane.
En varias entrevistas concedidas a medios españoles, el segundo entrenador del Real Madrid afirmó que su compatriota se fue sin hablar por su malestar después de haber visto el resultado final. Y es que las votaciones de los periodistas le habrían dado el título, pero fueron los capitanes y seleccionadores los que frustraron su objetivo.
Platini, presidente de la UEFA, también mostró el malestar de Ribèry y el suyo propio con la decisión. Estoy muy decepcionado por Ribery. El año que viene será otra vez Messi-Ronaldo, dentro de dos años será de nuevo Messi-Ronaldo y en tres años otro Messi-Ronaldo", dijo el dirigente sobre la supremacía de los dos jugadores, ganadores de todas las ediciones desde 2008.
La decepción de Platini