
Carlo Ancelotti cuenta con un más que amplio cuerpo técnico en el Real Madrid. En total, 17 miembros entre los que destacan figuras como su hijo o el novio de su hija, amén de Vecchi, el hombre que ha ratificado el banquillazo a Casillas o Zinedine Zidane, el segundo segundo entrenador de Ancelotti.
Sí. El segundo segundo entrenador. Porque el italiano cuenta con dos profesionales para este puesto. Uno es Paul Clement, la verdadera mano derecha del transalpino. Él es el encargado de preparar los planes tácticos y técnicos necesarios para complementar el trabajo de su jefe.
Él es quien da a los jugadores las últimas instrucciones o el que traslada a los suplentes los movimientos y funciones que deberán realizando cuando saltan al campo. ¿Y Zidane? ¿Para qué vale Zidane? Para mucho.
Que se lo pregunten a Bale, Isco o Benzema, entre otros. Ellos han probado ya su diván. No es literal. Pero casi. Porque Zizou se ha convertido en una de las piezas claves del funcionamiento de este Real Madrid, una balsa de aceite en lo que se refiere a conflictos y problemas.
Lo de Ramos y Florentino es, en realidad, una minucia comparado con lo de años anteriores. Eso lo saben los jugadores blancos y el propio Ancelotti. El italiano lleva consigo una etiqueta de pacificador que quiso potenciar en cuanto pisó Valdebebas. El verdadero objetivo inicial era calmar la aguas que tan movidas había dejado Mourinho. Y para ello, uno de sus salvavidas sería Zidane.
El francés está aprendiendo mucho del italiano en lo que se refiere a su sueño de ser entrenador, algún día, de un equipo importante. En Francia ya le colocan, por cierto, como futuro técnico de la selección. Quién sabe. Sea como fuere, el galo está ahora en fase de aprendizaje, pero, en realidad, su tarea es más que esa. Hace de conector entre la plantilla y el cuerpo técnico.
Un pegamento que todo el grupo valora de manera más que positiva pero que, además, tiene resultados individuales cuando ciertas alertas saltan en la caseta de Valdebebas.
Este año ha habido un puñado de futbolistas que han pasado por algunas crisis de juego y moral. Y todos ellos han recuperado en parte los bríos porque Zidane ejerce con ellos de consejero y asesor. Calma sus ánimos y les da pautas para ver la luz. Y todos lo han conseguido. Sin excepción.
El primero fue Benzema, al que su mal arranque de Liga y las críticas le hundieron en una suerte de depresión de la que le sacó Zizou (y los goles). Ahora cada vez que Karim marca un tanto lo celebra con el ex campeón del mundo.
Bale siguió el mismo camino. Su arranque fue más que malo y los palos le llovieron de todos lados. Pero Zidane le cogió por banda en su mini pretemporada y el galés se relajó para ser el de siempre. El propio Zidane así lo ha reconocido en una reciente entrevista concecida a la prensa británica. En ella afirma que hace un trabajo cercano con Bale para que se aclimate a España. Lo ha conseguido.
El último ha sido un Isco que tuvo hace apenas una semana la sensación de ir camino del fracaso. Khedira se lesionó y le tocó el turno de darlo todo sin ansiedad, ni prisas. Con confianza. Y ha vuelto a brillar. Zidane y sus consejos también tienen parte de culpa.
Incluso la nueva versión de Cristiano Ronaldo nace, en parte, del francés. Cuando la relación entre el luso y la grada del Bernabéu se encontraba en su peor momento, allá por enero de 2012, el delantero mantuvo algunas charlas con el que entonces era ayudante de Mourinho.
Le dijo que era normal. Que él mismo había sido pitado por el coliseo blanco, pero que debía seguir luchando para cambiar los pitos en fidelidad absoluta. Y lo ha logrado. Más tarde Mourinho se lo cargó y eso no gustó en Madrid. Ni en Madrid ni al propio Cristiano sabedor de la importancia que tienen los milagros de las terapias de Zidane.