Fútbol

¿Quién se acuerda de Iker Casillas?

Casillas calienta en la previa del Real Madrid - Copenhague | EFE

La Selección Española recobra, desde hoy martes, el protagonismo que la Liga y el resto de competiciones regulares le roba durante todo el año. Eso, traducido al día a día del inicio del campeonato, significa el regreso de Iker Casillas al primer plano de la actualidad deportiva. Porque Iker, pese a todo, sigue siendo, por el momento, el portero titular de la Selección Española.

Un papel, el de estar delante de los focos, al que está acostumbrado. Siempre ha sido su rol y siempre lo será, aunque su lugar en los últimos partidos en el Real Madrid haya sido el banquillo merengue.

Sin embargo, la 'Roja' va siendo, cada vez más, un refugio menor para Iker. Dicho de otro modo: a Casillas ya no le quedan muchos más 'flotadores' a los que asirse para mantenerse en el primer plano de la actualidad deportiva.

Es una de las consecuencias de dejar de ser titular en el Real Madrid y, de paso, ver como el arquero que ocupa tu puesto (Diego López) no sólo se gana el derecho a estar bajo los palos, sino que rinde a un nivel extraordinario.

Ver al arquero gallego es, cada vez más, un ejercicio de rutina. Eso y contemplar como, partido sí, partido también, hace milagros de esos que le sirvieron a Casillas el calificativo de Santo.

El sábado, sin ir más lejos, respondió con una parada brutal a un zapatazo no menos impresionante de Baba. Lo hizo al 'estilo Casillas', esto es, con reflejos y capacidad reaccionar en décimas de segundo ante lo imprevisto. Sí, es cierto que en el 2-1 del Levante pudo hacer algo más, pero su salida en falso fue un simple borrón a un desatino completo de la zaga blanca.

Sea como fuere, es el único error que se le conoce en los últimos partidos. Diego está simplemente perfecto y eso tiene consecuencias en la rutina del equipo blanco.

Se ha ganado el derecho a ser titular día sí y día también en Liga y Champions, algo que incluso en el seno del equipo blanco verían con normalidad. Sea uno u otro arquero, la mayoría de los jugadores del Real Madrid entienden que un portero para ambas competiciones sería lo más normal. Se llamase como se llamase.

Un Casillas más secundario

Mientras, Casillas observa desde la barrera como es cada vez más un personaje secundario de la vida de su equipo. Secundario entre comillas, claro. Es evidente que portar el brazalete no le retira de la primera plana de forma total y absoluta.

Sin embargo, su papel se reduce a un ritmo vertiginoso. En la charla del lunes de la semana pasada Sergio Ramos fue el que tomó la palabra por delante del de Móstoles. No jugar día a día le ha otorgado parte de sus galones al defensa de Camas.

En el terreno de juego, las cámaras de televisión y de la prensa gráfica ya no se fijan tanto como antes en sus gestos durante el calentamiento o los partidos. El portero parece haberse mimetizado como uno más de sus compañeros suplentes. Hasta hace no mucho tiempo, mirar al banco era observar a Casillas y seis jugadores más. Ahora el portero se integra como uno más y se le ve como tal. Nada de protagonismos exagerados.

Tanto es así que incluso se le hizo raro a él mismo volver al Bernabéu frente al Copenhague en Liga de Campeones. "Al principio estuve muy nervioso", comentó tras un duelo en el que tuvo tres buenas paradas al final del duelo y una cantada al inicio.

Pese a ello, la afición lo sigue queriendo. El partido acabó entre gritos de "Iker, Iker", los mismos que ya no se escuchan durante el inicio de los partidos en el coliseo blanco. La liturgia del inicio de curso se va disipando. La normalidad deja paso a la anomalía. La suplencia de Casillas ya es rutina.

De ahí que ahora, con galones recuperados en la Roja, a más de uno se le haga raro verlo de nuevo en un primer plano con la Selección Española. Se supone que en el próximo partido ocupará la titularidad y, si España logra clasificarse para el Mundial (lo lógico) en este duelo, Valdés sea el siguiente titular en el siguiente partido. Pequeño paréntesis en la nueva etapa de Iker.

Una etapa que lo acerca, gota a gota, al olvido momentáneo, al limbo que ocupan todos (o casi todos) los suplentes de cualquier equipo.

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