
El partido del Real Madrid ante el Levante en la Liga BBVA dejó varias conclusiones negativas para el equipo de Carlo Ancelotti, a pesar de la milagrosa remontada final que le llevó a recuperar los tres puntos 'in extremis'.
Una de ellas fue el caos táctico del equipo blanco, algo que ya se está convirtiendo en una costumbre en lo que va de temporada. Nadie sabe exactamente a qué juegan, y los problemas en la disposición de juego y en la elaboración blanca son incesantes en sus partidos.
El gran damnificado de todo esto está siendo Isco. El malagueño fue a comienzos de campaña uno de los fichajes más ilusionantes para la afición, pero su estrella se va apagando, y Ancelotti le señala una vez tras otra por ello.
Isco está desaparecido. El balón no circula con coherencia hacia el ataque blanco, y él, en su posición en la mediapunta, lo paga especialmente. No aparece. No brilla. Y no marca diferencias.
De este modo, el técnico blanco optó por segundo partido consecutivo por sustituirle cuando más falta le hacía al equipo la reacción, en una clara muestra de disconformidad con su actuación.
A falta de veinte minutos para el final, el sorprendente Álvaro Morata reemplazó al andaluz y aportó una alternativa a la alineación madridista, suponiendo además el revulsivo necesario para el desenlace victorioso.
Isco queda así tocado para próximos partidos y se ve obligado a reaccionar si no quiere acabar cayéndose de los onces madridistas, en un momento en el que el debate sobre la ausencia de Mesut Özil es más intenso que nunca entre la afición blanca.