
El FC Barcelona se encuentra inmerso en un intenso debate que gira alrededor de la figura de Gerardo, Tata, Martino. Son muchos los que opinan que el argentino ha cambiado el estilo del Barça. Otros, en cambio, defienden lo contrario. Él, mientras tanto, se defiende cansado de tanta polémica. "Si fuera de la casa u holandés no habría debate", dijo ayer.
Cruce de reflexiones entre las que se encuentra uno de los principales damnificados de las decisiones de Martino. Haya o no cambio de estilo, se hayan introducido sólo matices o algo más, lo cierto es que Xavi Hernández empieza a ser menos capital para este nuevo Barça.
Ojo: no significa esto que Xavi esté gozando de menos minutos o que juegue menos que antes. No. El suyo no es un caso como el de Iniesta. El manchego sólo ha disputado dos partidos completos y empieza a ser el sacrificado del once culé en favor de Neymar y Cesc.
No. El caso de Xavi es diferente. Porque el de Terrasa sí que está jugando y bastante, por cierto. Este curso sólo se ha perdido un partido dentro del plan de rotaciones de Martino. El resto los ha jugado todos. Cuatro duelos de Liga como titular y uno de Champions como suplente y los dos de Supercopa (también ambos como titular).
Sin embargo, y pese a estas cifras, el rol del capitán culé empieza a cambiar y lo hace casi a la misma velocidad a la que cambia el estilo de fútbol culé. Xavi ya no es capital en este equipo. Al menos no en el modo en el que lo era antes.
Con el método de fútbol más directo del Tata Martino, la bola en muchas ocasiones no pasa por su territorio. Los desplazamientos en largo son costumbre bien sea con Valdés o con los centrales como autores de este formato de juego que también trata de aprovechar la velocidad en punta de los Messi, Pedro, Neymar y compañía.
Esta alternativa deja a Xavi como mero espectador del equipo blaugrana. Ya no participa. Ya no es él quien se encarga de subir la bola de la defensa a la medular y de ahí a la delantera. Brilla menos y eso, obvio, lo nota el equipo.
Además, cuando la bola llega a sus dominios, sus órdenes son distintas a las que tenía antes. Ya no vale con entrentener el esférico en la medular hasta que nacía el hueco en el ataque. No. Ahora la pelota debe llegar llegar pronto a los atacantes y que ellos se la jueguen.
Para colmo, a su alrededor ya no están los mismos futbolistas con los que antes se asociaba. Si en la era Guardiola o con Tito Vilanova había, por momentos, hasta cinco centrocampistas (él mismo, Busquets, Iniesta, Cesc y Thiago) ahora apenas encuentra dos jugadores de su corte cerca. Busquets (un fijo) y Cesc o Iniesta. Esta carencia hace que, por momentos, el de Terrasa deba conducir la pelota más de lo que es habitual en él.
Sólo frente al Levante y contra el Ajax se pudo ver este curso al Xavi de años anteriores. En este último partido entró junto con Pedro mediada la segunda parte y, desde entonces, el Barça mutó del nuevo formato directo, al tradicional de posesiones largas y pausadas hasta encontrar el hueco en el rival. Dos de los cuatro goles en ese partido llegaron con Xavi en el campo. ¿Casualidad? Puede que sí. Quizá no.
Sea como fuere, lo que parece claro es que Xavi ya no juega igual en este Barça. Tampoco puede permitirse el lujo de presionar como lo hacía antaño, cuando, con Guardiola en el banquillo, era el primero en ejercer de roba esféricos en la línea de creación rival. Cosas de sumar ya 33 años y saber que las limitaciones van creciendo.
Esta temporada será clave para su futuro, toda vez que, tras el Mundial de Brasil (ya con 34), se supone que el jugador dejará la Selección y se centrará sólo en el Barça, un club que ya empieza a buscarle relevo tras la salida inesperada de Thiago, llamado a ser su sucesor. Una tarea que urge porque llama de Xavi Hernández se apaga.