
El Real Madrid se ha encontrado con una guerra civil inesperada. Después de una pretemporada exitosa, cargada de resultados positivos y buenas vibraciones, la decisión de Carlo Ancelotti de sentar a Iker Casillas en el banquillo en el debut liguero (la plantilla y los propios protagonistas esperaban que jugara el capitán) ha despertado los fantasmas y enfrentamientos entre partidarios y enemigos del portero y, por extensión, entre partidarios y enemigos del causante de todo este revuelo: José Mourinho.
Su sucesor, descontaminado de las polémicas que hubo entre el luso y Casillas, ha tomado la decisión basándose sólo y exclusivamente en criterios deportivos. Algo que parece haber hecho más daño si cabe al capitán blanco. Para colmo, la gestión que está llevando del caso Ancelotti no está siendo todo lo delicada que pudiera desearse.
Ayer, frente al Al-Saad de Raúl, el italiano demostró cierta falta de tacto para tratar el tema y para, de paso, evitar echarle más gasolina al asunto. Cuando el partido languidecía en su primer mitad, cuando menos ambiente existía en el Bernabéu (fue un partido sin apenas cánticos en los 90 minutos disputados), Ancelotti decidió sacar a calentar a Diego López y alterar, así, los ánimos de la grada.
Ocurrió en el minuto 40 de encuentro, cuando Diego saltó a calentar en la banda. Fue el único jugador merengue que lo hizo. El resto de suplentes esperaron en el banco. En ese momento, los partidarios del gallego estallaron en aplausos y los partidarios de Casillas, en silbidos que transformaron en gritos de "¡Iker, Iker!" que respondió el sector contrario con una importante carga de 'música de viento'.
Los protagonistas, incómodos por lo sucedido, miraban al suelo y hacían su trabajo de la mejor manera posible. Pero no había marcha atrás. El daño estaba hecho. Un recrudecimiento de los cánticos y las tensiones que se podía haber evitado si Diego López hubiera saltado a calentar durante el descanso.
Los gritos (en un sentido u otro) se hubieran disipado sin pena ni gloria. Sin embargo, con su decisión de hacerlo calentar antes de tiempo, Ancelotti encendió las tensiones y provocó más revuelo.
Una falta de tacto quizá provocada por el desconocimiento del panorama real y de la verdadera dimensión que tiene en el madridismo este asunto. Cosas de ser un novato en el Santiago Bernabéu y en guerras fraticidas poco frecuentes en esto del planeta fútbol.