
Nada más llegar a Madrid, Carlo Ancelotti recibió una visita especial. En el segundo día de entrenamiento de los blancos Iker Casillas apareció por sorpresa.
No le tocaba volver al trabajo (de hecho aún sigue de vacaciones) pero el capitán quiso conocer a su nuevo entrenador. Cuentan que en esa conversación (otra vez las dichosas filtraciones) Ancelotti quiso ser complaciente con su portero.
Y la mejor manera de hacerlo era admitiendo que contaba con él, que lo del pasado (Mourinho, banquillazos y demás) ya no se repetiría nunca más. Que él, Casillas, era su portero. En el Bernabéu esa noticia se acogió con tranquilidad.
El curso pasado hubo demasiados vaivenes con la dichosa portería, así que muchos ven en la presencia de Iker Casillas en la meta un gesto de normalidad. Con él bajo los palos, todo volverá a ser como antes. Una concatenación de previsiones que, sin embargo, se han encontrado con un obstáculo brillante: Diego López.
El portero gallego del Real Madrid parecía predestinado a ser la principal víctima de todo este proceso. Con Casillas a tope y Mourinho fuera, la lógica apuntaba a que debería volver al banquillo. O quizá no.
Una pretemporada impecable
Desde que Diego entró por la puerta de la Ciudad Deportiva de Valdebebas se tomó como principal objetivo de la pretemporada aprovechar las vacaciones de Iker para deslumbrar a Ancelotti y ponérselo complicado.
Cuentan sus compañeros que el arquero llegó en una forma extraordinaria, casi al mismo nivel que Cristiano Ronaldo, el jugador que mejor ha retornado tras las vacaciones. Rápido, ágil y, sobre todo, intenso, sus entrenamientos se han convertido en un espectáculo diario. Primer aviso para Ancelotti.
El segundo llegó en el primer partido de la temporada. Ante el modesto Bournesmouth, Diego estuvo bien durante los 45 minutos que jugó. Sólo era un aperitivo de lo que estaría por llegar.
El miércoles, ante el Olympique de Lyon, un rival mucho más serio y complicado, Diego hizo un partido brillantísimo. Una y otra vez frenó a un rival que llegó en oleadas constantes. Y en todas y cada una de las ocasiones rivales Diego estaba en el lugar correcto para hacer lo correcto. Sólo el escorzo imposible de Grenier consiguió sorprenderlo.
De esa primera parte, no cabe duda, el portero blanco fue el mejor. Un recital de actuaciones que espera ratificar este sábado ante el ex equipo de Ancelotti. El PSG de Cavani e Ibrahimovic será, esta vez sí, un test mucho más duro para el Real Madrid y para el propio Diego López. Él, sin embargo, no le tiene miedo. Más al contrario. Le tiene ganas.
Entre tanto, Ancelotti empieza a ver al gallego como algo más que un buen portero suplente. Se está ganando el puesto de titular o de, al menos, poder discutírselo a un Iker Casillas que apenas tendrá 15 días (desde su llegada de vacaciones hasta el inicio de la Liga) para ganarse un puesto que, sea como fuere, Diego López volverá a ponérselo muy complicado.