Fútbol

Iniesta barre a Neymar de la ConfeCup

Iniesta y Neymar, las dos estrellas de esta ConfeCup | Reuters / EFE

La Copa Confederaciones (ConfeCup) ya está en marcha. En apenas dos días ya se han disputado tres partidos (sólo falta el Nigeira Tahití de esta tarde) que han dejado nueve goles, un buen puñado de jugadas y dos nombres sobre la mesa: Andrés Iniesta y Neymar Junior. Los líderes de España y Brasil se han medido cara a cara en la distancias de sus dos partidos y el resultado de ese primer envite es claro. El futbolista español le ha ganado la partida al brasileño. El nuevo compañero de la estrella del Barça eclipsa, por ahora, los focos que debían apuntar al delantero de la canarinha en el inicio del campeonato.

Porque la ConfeCup parecía estar hecha a la medida de Neymar. En casa, con un equipo que lo mima como la estrella de la pentacampeona del mundo y poco después de haber fichado por el Barça. No se podía pedir más. Para colmo, Neymar arrancó el partido contra Japón con un golazo 'made in Scolari'. Al técnico de Brasil le gusta arrancar cada partido siempre con una acción de ataque que ensaya en la previa de los partidos. Y esta vez le salió.

El centro de Marcelo desde el costado izquierdo cayó con peso de plomo en la medialuna del área nipona. Fred la mató con el pecho y se la dejó franca a Neymar para que éste, con una palanca perfecta, empalara la pelota y la clavara en la escuadra. Golazo. Golazo y poco más.

Porque después de esa acción (minuto tres de partido) Neymar fue más gaseosa que realidad. Bicicleta por aquí, algún sprint por allá, dejó destellos de jugador con clase, pero no de tipo colectivo.

Con Brasil Neymar no parecía ese jugador que revoluciona sólo los encuentros. Ése que electrifica al resto de sus compañeros para subir un par de marchas el ritmo del choque y acabar ganando él solo contra el mundo. Cierto es que brillar con esta Brasil es complicado. La posesión es un lujo. El juego directo y de poca elaboración manda. Y ahí Neymar se pierde.

Sin embargo, y pese a este matiz, todos esperaban más del flamante fichaje culé. Un golazo no es suficiente para un jugador que tiene cartel de futura megaestrella.

Iniesta y su exhibición silenciosa

En el lado contrario, Iniesta. Su estilo es, como bien dice Miguel Ors en su blog 'Sin Pleitesías' todo lo contrario al brasileño. Él, de piel blanquita, gesto callado y mirada tímida, representa todo lo contrario que Neymar. Ni baila cuando marca un gol, ni se enreda en mil filigranas, ni tiene el pelo de punta o la piel morena. No.

Iniesta celebra el gol como un tipo normal, tira de regates cuando solo cuando es necesario y su piel blanca y cabeza de tendencia alopécica no sirve para vender champús u otras marcas comerciales. Él, Iniesta, no es exótico. Pero no lo necesita. A él le basta con ser mejor jugador que Neymar. Y por ahora, lo es.

Lo demostró con otra exhibición soberbia ante Uruguay. Fue nombrado jugador más valioso del partido. Lógico. Iniesta hizo de todo y lo hizo todo bien, o, mejor dicho, de sobresaliente. Del Bosque lo colocó en una nueva posición, alejado de la banda y más pegado a la creación y la mediapunta. Brilló más que nunca.

Y desde ahí dio lo que Poyet (ex jugador uruguayo del Zaragoza y Chelsea ahora en Sky News Inglaterra) bautizó como una "Masters Class". Una clase de maestro.

Conectó con Xavi a la perfección. Tiró paredes de todos los colores con el de Terrasa. También con Soldado, Pedro, Cesc y cualquier jugador que llevara la camiseta roja. Le faltó tirar alguna pared con el árbitro. Sublime.

Como sublime fue su recital de regates y amagos simples, pero complejos. Con los rivales encimándole, Iniesta no se pone nervioso. Amaga, la pisa y se va. Con el cuerpo mueve a sus contrarios a placer. Baila sobre el campo.

Y qué decir de su recital de taconazos. Un recurso que es eso, recurso. Cuando Andrés la da de espuela, no lo hace para reírse del contrario o ilusionar a la galería, sino porque es el único y más complicado recurso posible. No hay más. Y siempre le sale.

Un amalgama de destellos que puso en práctica en la salida del balón del gol de Soldado. Rodeado de rivales, en la medular y casi sin apoyos, Iniesta hizo lo más difícil. Aunque para él fue fácil. Se dio la vuelta y casi sin ángulo la metió entre una maraña de piernas para oxigenar el juego y crear un hueco en la banda derecha. De un sólo toque había roto dos líneas de presión charrúa. 

Tal fue su grado de control de la pelota (quitárselo va camino de ser una utopía) que fue uno de los hombres que más patadas recibió por parte de los uruguayos... eso siempre y cuando lograran alcanzarlo. Porque no siempre es sencillo.

Fue el recital de Iniesta. Un recital del que seguro que tomó buena nota Neymar. Jugar con don Andrés será un privilegio. Será, en definitiva, una buena manera de aprender directamente del maestro. Porque Neymar, a estas alturas de campeonato (y de la vida) sigue siendo un discípulo ante las lecciones que da el seis de 'La Roja'. Un mago poco exótico. El que para muchos es el mejor jugador del mundo.

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