
Un día después de que el Parlamento de Chipre rechazase las condiciones impuestas por la Unión Europea para formalizar el rescate financiero sobre este Estado mediterráneo, las autoridades chipriotas han comenzado una ronda de encuentros con el Gobierno del Kremlin en busca de crédito. La razón es que varios multimillonarios rusos han forjado parte de sus fortunas en Chipre, por lo que están interesados en que el país salga a flote. Sin embargo, en la lista de 'peces gordos' sobresale un nombre: Roman Abramovich.
El propietario del Chelsea ha ingresado importantes cantidades de dinero con inversiones en suelo chipriota. Junto al también magnate ruso Alexander Abramov, Abramovich obtuvo grandes beneficios a través de empresas relacionadas con el sector siderúrgico.
Estos dos empresarios son propietarios de la empresa Evraz, una gran empresa siderúrgica internacional que cotiza y tiene su sede en Londres. Sin embargo, tanto Abramovich como su socio gestionan sus participaciones en Evraz a través de un vehículo de inversión llamado Lanebrook Limited, establecida en Chipre desde el año 2006, según publica Business Insider.
Entre los 'caprichos' de Roman Abramovich se cuentan el yate más grande del mundo, el Eclipse, un Boeing 767, limusinas, obras de arte, varios apartamentos de lujo en Aspen y el sur de Francia, una mansión en Londres y su mayor adquisición, el Chelsea FC, con quien ya ha hecho realidad su sueño de levantar la Champions League.
Su socio Alexander Abramov no se queda atrás. Su actividad en Chipre es incluso mayor que la de Abramovich, lo que le valió la ciudadanía chipriota en el 2010 gracias a su "más alto nivel de servicio a la República de Chipre, y teniendo en cuenta sus actividades empresariales", tal y como informa Businessinsider.
Abramov compró participaciones minoritarias en importantes empresas metalúrgicas de Chipre como EKV y RVK, además de poseer la mitad del accionariado de las firmas Palmrose y Streamcore Limited. Después de abandonar sus labores como físico, Abramov se aventuró con éxito en el mundo empresarial y, con la crisis financiera en Rusia de finales del siglo XX, comenzó a invertir en países extranjeros.
Entre los actuales proyectos de Abramov está la construcción de la casa más grande de Nueva Zelanda, con un coste aproximado de 40 billones de dólares. Con estas inversiones y parte de sus fortunas en empresas con sede en Chipre, es normal que ambos magnates estén pendientes de la precaria situación del país mediterráneo, que ve en Rusia su buen samaritano.