
Sometido como está a un constante estado de alteración como consecuencia de sus vaivenes en la Liga, el Barcelona se aferra a la Champions League como su última esperanza de llevarse un título a la boca.
El equipo azulgrana afronta el encuentro de hoy ante el Schalke 04 como si fuera una final. Como pasó con el Celtic, porque el alemán, aunque ha pasado una ronda más que los escoceses, es un equipito pobre y con alguna dosis de peligro sólo a balón parado, reñido con el gol (es el cuartofinalista que menos ha marcado) y que consideraría una gesta salir del Camp Nou sin el capazo lleno, aunque quedase eliminado.
Pero la afición no se fía y tiene miedo. Lejos ha quedado el sueño de los cuatro fantásticos (Messi y Ronaldinho están lesionados y E'too y Henry lejos de su mejor forma física). Tanta zozobra ha vivido el culé en los meses últimos, tan poca confianza le merecen el equipo y sus técnicos, que ayer incluso se escucharon recuerdos de aquella eliminación de la Recopa 1984-85 ante el Metz, con un 1-4 en el Camp Nou con una renta de 2-4 en la visita a Francia.