
El Barça está viviendo tiempos de dudas. Cosas de la excelencia. Cualquier tropiezo huele a tragedia. La perfección es el único camino. La derrota de la semana pasada contra el Milan y los resultados cosechados por Jordi Roura desde que cogió el testigo de Tito Vilanova han hecho que las críticas se centren en el técnico asistente de los blaugrana. Comentarios que el preparador culé y su ayudante quieren revertir para los próximos duelos clave. Lo harán con una revolución que podría desmontar el sistema dejado por Guardiola.
Insistimos: sistema, que no estilo de juego. El Barça seguirá jugando a tener la pelota y a hacer de la posesión, su principal arma. Sin embargo, Tito y Roura pretenden ir un paso más allá.
Es decir, hacer de la posesión un elemento útil que permita ganar los partidos como sucedía antaño, cuando el conjunto blaugrana, con Pep en el banquillo, se lanzaba contra los rivales dominando el esférico en porcentajes insultantes.
Ahora, el porcentaje sigue siendo insultante, pero los resultados no son los mismos. Cosas de no tener un plan B cuando el rival sabe encerrarse y tapar las ideas de los mediocampistas culés. No es novedad.
Ya en campañas anteriores el Barça observó como le costaba abrir las defensas rivales. Guardiola solucionó estos problemas con varios retoques a su dibujo. El más sorprendente fue el de jugar con un falso nueve. Messi y Cesc suprimieron esta figura. La llegada de este último, además, permitió que el equipo dejase de usar la defensa de cuatro para aprovecharse de un 3-4-3 más arriesgado, pero más peligroso contra el rival.
Los primeros cambios de Tito
Tito, en su nuevo papel como primer técnico blaugrana, ha usado varios esquemas. El primero era el de un Barça con extremos y más directo. No le gustó y cambió a un Barça de bajitos en el que jugaba con cuatro mediocampistas. En este dibujo, Cesc ejercía de interior e Iniesta de extremo izquierdo.
Esta modificación pareció dar alas al Barça en ciertos partidos, pero la tendencia cambió cuando Roura cogió el timón del equipo. Apenas introdujo cambios y en algunos duelos se sesteó más de la cuenta. Una bajada de ritmo que encontró en San Siro su peor momento. El Barça dejó de ser el Barça con un dominio insulso del esférico y una escasa producción ofensiva.
El regreso del delantero centro
Ante el Sevilla, en la primera mitad, se repitió el mismo patrón de juego. Un equipo sólido atrás tapó las salidas culés. Fue entonces cuando Roura, al contrario de lo hecho hasta ahora, decidió meter cambios en el dibujo culé. Y los cambios funcionaron.
Alexis dejó su puesto a Tello al descanso y Xavi suplió a Iniesta avanzada la segunda parte. Con éste panorama, varias fueron las mutaciones.
La más importante, la de jugar con un delantero centro fijo. Villa fue el encargado de ejercer de nueve. Y no de nueve falso. De nueve de verdad. Su presencia hizo que Messi bajara a la mediapunta. Tello ocupó el costado izquierdo y el derecho quedó para Alves, liberado para atacar a su antojo. La medular quedó para Song, Thiago y Xavi.
La presencia de Villa entre los centrales sevillistas ayudó a sus compañeros a jugar más libres. Lo reconoció el propio Messi.
"Con David de delantero centro, el resto jugamos más cómodo porque no tenemos tantos rivales que nos persiguen", comentó el argentino. Cierto. El asturiano evitó que Botía y Fazio salieran en la ayuda de los medios hispalenses, con lo que el sistema escalonado de la defensa del Sevilla se desmoronó, y Leo pudo jugar con más soltura.
Desde que Ibrahimovic dejó el Barça, los azulgrana no usaban un delantero centro de referencia. Era uno de los mandamientos del Barça de Guardiola.
También doble pivote
Siendo esto lo más destacado, Roura aún tuvo tiempo de romper otra norma sagrada: la de jugar con un único pivote defensivo. Cuando el partido se puso cuesta arriba y el Sevilla comenzó a presionar al Barça, el entrenador sustituyó a Villa por Busquets. Song y Sergio formaron un muro de contención que supo parar la sangría.
En los últimos tiempos el Barça no había jugado con doble mediocentro. El resultado: victoria y aires de alegría en el vestuario culé. Parece que se ha encontrado un plan B que, contra Real Madrid y Milan, podría repetirse para, en definitiva, seguir ganando como siempre.