Fútbol

Cristiano Ronaldo, sus 28 años y el cambio de papeles y personalidad con Leo Messi

Cristiano sonríe en presencia de Messi en el último Clásico | EFE

Cristiano Ronaldo cumple hoy, cinco de febrero, 28 años. Las leyes del fútbol dicen que tendría que ser la edad de su madurez máxima como futbolista.

De aquí, en adelante, lo que le queda es tocar techo para empezar el camino hacia la retirada que todo jugador enfila cuando pasa de los 30. Sin embargo, en el caso de Cristiano, esta madurez va más allá de lo meramente futbolístico. Es también personal.

Cristiano es ahora otro distinto al que dibujan los estereotipos que se ha ido ganando a lo largo de sus años de carrera. Adiós al tipo egoísta y engreído que iba creando enemigos y aduladores a partes iguales. Ya no.

En medio de la crisis que atraviesa el Real Madrid, CR7 ha aparcado todos estos aspectos para sacar los que señalan a todo capitán de un grande y del propio conjunto blanco. Más solidario, serio y polémico, su metamorfosis es aplaudida dentro y lejos de Madrid.

Curiosamente, semejante cambio ha llegado justo cuando, en el otro lado del puente aéreo, en Barcelona, su máxima referencia ha protagonizado titulares poco habituales en él. Messi ya no es el niño bueno culé. El argentino ha acaparado titulares que apuntan a incidentes impensables en él hace no tanto tiempo.

Piques e insultos en privado, salivazos, roces físicos sobre el césped e incluso problemas con sus compañeros... la lista es novedosa y parece ser más propia de Cristian que de Leo. Intercambio de roles al que parecen condenados hasta la eternidad y que hoy, al menos fuera de los terrenos de juego, sonríe más al madridista que al blaugrana.

Mutación de CR7

El cambio es importante. Quién se lo iba a decir al delantero portugués y a la afición del Real Madrid cuando, hace apenas cuatro meses, el futbolista protagonizó el famoso capítulo de la "tristeza" y su amago para salir del Bernabéu.

Aquello fueron días de rabia del luso hacia su club y no sólo hacia la institución, también hacia sus circunstancias. Todo parecía encaminado a que Messi ganaría su cuarto Balón de Oro. CR7 ya no sabía que hacer para arrebatárselo. O quizá sí: olvidarse del premio.

A finales de año, y ya con el galardón más que asignado al blaugrana, Cristiano asumió su segundo puesto y decidió hacerse con el 'cargo' de líder del vestuario tanto dentro, como fuera del campo, con exhibiciones notables y declaraciones serenas. El club le concedió este estatus con guiños que le hicieron sentir mimado y el resto de sus compañeros lo aceptó, de facto, como el 'cuarto capitán' del Real Madrid.

Así, paso a paso, poco a poco, Cristiano remontó el vuelo y en el arranque de 2013 ofreció su mejor versión, esa que golea, pero también que no protesta ni tiene malas caras con rivales y compañeros. El público aceptó el cambio y empezó a corear su nombre en cada partido como si fuese el último.

Este nuevo matrimonio parece encaminado a dar como fruto una renovación deseada de la que poco se sabe, aunque se acepta que se ajustará a las condiciones que más benefician a ambos.

El Leo más rebelde

En el lado opuesto, Messi concluyó el año en lo más alto de la ola futbolística. Lo hizo por méritos propios tras pulverizar el récord de Müller. Sin embargo, aquello pareció subírsele a la cabeza, especialmente en la gala del Balón de Oro celebrada en Zúrich.

El argentino mostró el rol de estrella que siempre parecía haber rechazado con su versión más humilde. Su discurso en el atril tuvo algunas lagunas que no gustaron en Barcelona y su actitud de puertas hacia adentro tampoco dio lo que se esperaba de él. Algo había cambiado.

El culmen de este nuevo rumbo se alcanzó la semana pasada, cuando, tras el Clásico de Copa, se filtraron algunos incidentes, como los insultos a Arbeloa y Karanka o los salivazos que dirigió contra el banquillo del Real Madrid.

El jugador y el club callaron para no dar publicidad a estos incidentes, pero esta actitud activó una versión deportiva de "quien calla, otorga", que ha afectado a la imagen pública de futbolista.

Hoy, alejado de tanto ruido, Messi se encuentra en Suecia para jugar un amistoso con Argentina ante Ibrahimovic y los suyos. Con goles y buen fútbol espera acallar estos sucesos que, por primera vez desde que compite con Cristiano en la liga española, lo han acercado al madridista, pero no precisamente por sus acciones sobre el terreno de juego, sino por sus gestos lejos de él.

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