Fútbol

Cristiano Ronaldo le roba la 'capitanía' de facto a Casillas tras el caso Mourinho

Cristiano Ronaldo celebra con rabia su tercer gol al Celta | EFE

Cristiano Ronaldo tenía, hasta la fecha, dos versiones conocidas desde que en 2009 aterrizó en el Santiago Bernabéu. Una, la de jugador estratosférico con una voracidad insaciable. La otra, la de un futbolista caprichoso, renqueante y por momentos, provocativo hasta el exceso. Sin embargo, 2013 ha regalado al Real Madrid una tercera versión que elimina la segunda y potencia la primera. Es la del Cristiano Ronaldo capitán del equipo merengue.

Capitán en el sentido más pragmático del término y no tanto en el sentido formal de la expresión. Y eso que frente a la Real Sociedad CR7 lució el brazalete durante todo el partido. Fue una de las consecuencias del 'banquillazo' de Casillas.

Sin Pepe, Sergio Ramos, Marcelo e Higuaín, le correspondía a él llevar los galones de líder. Cierto es que Iker saltó al césped y que el delantero quiso darle el brazalete, pero el portero se negó a recogerlo. No quería protagonismos extras o malinterpretaciones sobre tan simple gesto.

Casi sin quererlo, Casillas había escenificado la realidad de la situación que vive el vestuario del Real Madrid. Su capitán ahora es Cristiano Ronaldo. Capitán en el sentido más excelso de la expresión. Capitán dentro y fuera del terreno de juego.

La metamorfosis de Cristiano

Cristiano Ronaldo es ahora otro. Lleva tiempo alejándose del rol que tantas críticas le proporcionó a principio de temporada. Ya saben, la de aquel jugador que pregonaba su "tristeza" ante los medios de comunicación y que fue rápidamente interpretado por la masa social madridista como un caprichoso y egoísta. Aquel CR7 se difuminó de los terrenos de juego. Algo le pasaba. Algo le sucedía.

No se puede hablar de falta de compromiso. Quizá sí de distracción. Fuera lo que fuere, bajó su rendimiento y con él, el del Real Madrid. Se vio en Getafe, en el Sánchez Pizjuán o en el Benito Villamarín. También contra el Borussia Dortmund. Cierto es que en algunos de estos partidos marcó, pero sus lagunas defensivas, su exceso de individualismo lastró al equipo. No era la estrella de otras temporadas.

Para colmo, sus miradas, sus celebraciones apagadas o sus protestas crecían y creían. Había nervios. Buena prueba de ellos es que ante la Real vio su quinta amarilla de la temporada. Fue por una entrada necesaria, una falta táctica. Nada que objetar, al contrario que en las otras cuatro anteriores, todas por encararse con el colegiado. Distaba un mundo del CR7 que el año pasado aguantó con cuatro amarillas durante buena parte de la temporada. No. Algo no funcionaba.

Sin embargo, en medio de este Cristiano gris, empezó a emerger otro jugador, más maduro, más centrado y más responsabilizado. El inicio de esta nueva versión arrancó en el partido frente al Levante. Aquel día le partieron la cara pero él no protestó ni dentro, ni fuera del terreno de juego. Se dedico a darlo todo por su equipo. Marcó el primer tanto merengue y se marchó al vestuario, sustituido, en silencio.

A aquella demostración le siguieron otras. Frente al Atlético, por ejemplo, tuvo un partido brillante, de esfuerzo colosal en ataque y defensa. Sus golazos hicieron el resto. Algo parecido sucedió contra el Valladolid o el Espanyol, partidos en los que la participación goleadora de CR7 fue testimonial, pero no su compromiso y forma de jugar. Se estaba gestando la llegada de un nuevo Cristiano.

La revolución en 2013

El conflicto entre Mourinho y Casillas ha servido para que Cristiano haya decidido dar el paso al frente necesario con el que demostrar que, hoy por hoy, es el capitán de facto de este equipo.

Mientras el entrenador y el portero se mostraban tensos por su conflicto personal, Cristiano decidió tirar del carro tanto dentro como fuera del terreno de juego. En primer lugar, mirando sólo y exclusivamente por el equipo y no por sus intereses personales. Desde que arrancó el año, Cristiano ha comparecido dos veces ante los medios y en todas ha aparcado su renovación. Lo importante, insiste, es el equipo.

Para colmo, su gesto, relajado, sonriente y cómplice, ha reducido (y mucho) cualquier atisbo de tensión en torno a su figura. En la Gala del Balón de Oro, el jugador aprovechó la ocasión para mostrarse cercano a sus competidores (Iniesta y Messi) e incluso fue uno de los protagonistas del evento con saludos no correspondidos a Guardiola y bromas entre bambalinas.

Entre tanto, proclama su agradecimiento al público e incluso lo mima afirmando que ahora siente su cariño de manera más especial. Así aleja cualquier atisbo de crítica futura y multiplica el afecto apoyo al equipo y a su persona.

Pero aún hay más. Ayer, tras ganar al Celta, dio un puñetazo en la mesa para reclamar la unión de todo el madridismo en torno al bloque y no a los nombres. "Basta ya de criticar, aquí tenemos que estar unidos todos", dijo de forma serena, pero rotunda.

Inicio espectacular de año

Mientras, sobre el césped, Cristiano Ronaldo ha agigantado su figura en los últimos partidos. Con un equipo más tocado, con menos potencial a su alrededor e incluso con menos efectivos por las expulsiones, el ariete ha sido más decisivo que nunca, bien sea con goles (cinco en dos partidos), jugadas a balón parado e incluso asistencias. Un todocampista total nunca antes visto en el Bernabéu.

Y eso que el inicio de temporada ya había sido de por sí bueno, aunque inferior al de Leo Messi, su principal competidor del que, paradójicamente, parece haberse olvidado en los últimos tiempos hasta superarlo en el inicio de año.

Es su forma de reivindicarse y, de paso, demostrar que está para darlo todo en los momentos más duros. Un liderazgo que brilla en medio de las tensiones entre Mourinho y el resto de hombres clave. Cristiano, hoy por hoy, le ha robado la capitanía de facto a Casillas.

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