
El Real Madrid naufragó este miércoles en Dortmund. Todo el equipo rayó un nivel poco habitual para los blancos. ¿Todos? No. Iker Casillas volvió a su versión salvadora para ser el mejor del conjunto merengue y reivindicar su derecho a ser candidato, al menos candidato, al Balón de Oro.
Y es que en los últimos días el dichoso asunto del premio en cuestión no lo deja en paz. Tampoco él se olvida del todo de él por mucho que anoche, tras el partido, despejara al patadón la pregunta de los periodistas en zona mixta.
"¿Tú crees que ahora estoy yo para pensar en el Balón de Oro? Cuando me digan los 23 candidatos finales ya votaré a quién quiera y crea oportuno", comentó a propósito de la filtración que señala que optará por Sergio Ramos, Cristiano Ronaldo y Xavi.
Sin embargo, y pese a su regate, la lucha por este premio le persigue y la "campaña" (Albiol dixit) para que no lo consiga, también. Por eso cada duelo es escudriñado al mínimo detalle y el de ayer no fue una excepción. El resultado fue positivo. Salvo por un lunar. Pero antes, los aciertos.
Tres goles claros salvados
Aciertos, por cierto, gigantescos. No nos engañemos: de no haber sido por un buen puñado de acciones, quizá ayer el Real Madrid se habría vuelto de Alemania con un saco de goles.
Es verdad que es parte de su trabajo, pero pocos lo hacen como ayer lo ejecutó el propio arquero blanco en un nuevo recital de reflejos, colocación e intuición. Tres fueron las mejores y en ellas Kehl se llevó la peor parte. Su primer paradón llegó en el minuto 12 tras un balón que parecía que se colaba dentro. Iker sacó la mano arriba y mandó la pelota a córner.
Catorce minutos más tarde, en el 26', otra vez Kehl y otra vez Casillas. Nuevo lanzamiento del arquero y nueva parada de reflejos a un lado de la portería. Segundo gol claro que salvó, aunque casi ninguno como el que casi consigue Götze.
Con empate, el mediapunta deseado por el Real Madrid lanzó un zurdazo desde la frontal. La bola se coló con potencia entre los defensas blancos, pero Casillas reaccionó a tiempo, la paró y, para colmo, despejó como mandan los cánones, al costado y no al centro.
El lunar del gol
Sin embargo, y pese a todo ello, precisamente un despeje manchó levemente su partido. Fue en el 2-1 del Borussia cuando el balón colgado desde el costado derecho se encontró con los puños del arquero español. Sin embargo, su despeje se quedó corto y fue a parar a los pies de Schmelzer, quien fusiló por abajo y sin contemplaciones. Gol y miradas a Iker.
¿Fue un fallo? Es posible. ¿Podría haber hecho más? Seguramente. Sin embargo, y pese a ello, sus intervenciones sumaron mucho más de lo que restaron. Fue un partido redondo de un jugador que, poco a poco, se reencuentra consigo mismo. Un partido casi de Balón de Oro.