
Iker Casillas no consigue cerrar la herida. Sus acciones, palabras y gestos no terminan de curar los restos de una suerte de batalla interna con múltiples frentes. Primero fueron los resultados y las acusaciones de Mourinho. Más tarde, el caso Sergio Ramos y su disputa con el luso. Ahora, el Balón de Oro y la campaña merengue por que sea Cristiano y sólo Cristiano el candidato 'oficioso' del Real Madrid para el galardón.
Este capítulo está siendo, para él, uno de los más dolorosos. Doloroso porque afecta a lo querido, apreciado y protegido que se siente por una entidad de la que es capitán y algo más: imagen del madridismo más allá del madridismo en sí mismo. Su soledad ante estas tensiones le duele. Soledad que no es total, cierto.
Algunos de sus compañeros le muestran un apoyo que es recíproco. Sergio Ramos abandera esta campaña alternativa. Raúl Albiol (otro de los afectados por Mouriho) también. Existen otros miembros, pero ambos son los que más alto y claro hablan ante los micrófonos y las cámaras.
También existen miembros del club, directivos y empleados que en el día a día creen que el Real Madrid no sólo debería fomentar la candidatura de Cristiano Ronaldo, sino que deberían apoyar la del portero y otras tantas factibles, como las del propio Ramos o Xabi Alonso. También Özil o Benzema. Igualdad para todos, vaya. Como ocurrió en casos anteriores, donde el club hizo presión y sacó pecho por todos, no sólo por el luso.
Ahora, sin embargo, el panorama es distinto. Hay silencio sobre la mayoría de los candidatos y cuando algún portavoz del club habla, lo hace para apoyar con mucha fuerza por Cristiano y alabar tímidamente a Casillas o cualquier otro. Espaldarazo contra palmadas en la espalda. "Cristiano se lo merece más que nadie (Mourinho dixit)" contra "Casillas es uno de los mejores de la historia (Pardeza dixit)".
Para colmo, están sus fallos. El propio portero sabe que su inicio no ha sido bueno. De ahí que mantener la portería a cero el sábado pasado fuera importante para él. Encima, logró la ovación del público de propina. Doble alegría ante las críticas de las que tampoco se le ha defendido como, por ejemplo, sí se hizo en curso pasado cuando Cristiano fue silbado por el Bernabéu. Entonces, directivos y entrenador dieron la cara por él. No ahora.
Son cosas así las que realmente molesta a Iker, un Iker que se siente solo. Nadie oficialmente le apoya o le da su cariño. Un silencio en el que ve la mano de Mourinho. El entrenador blanco ha extendido su poder más allá del ámbito deportivo y lo controla todo.
Y él lo tiene claro: Cristiano debe ser el único candidato porque sólo así, con un sólo candidato, se puede conseguir un galardón que, en parte, entiende, sería un golpe al FC Barcelona. Además, 'The Special One' también cree que su compatriota parte con ventaja simplemente porque lo ha hecho mejor que su arquero.
Matices, mensajes y posturas que le duelen, aunque no tanto como la de un antidad, el Real Madrid, que no le respalda en la medida que a él le gustaría. Un nuevo ingrediente para una historia de tensiones que ha dado lugar al Iker más hermético, crítico y melancólico de los últimos años.