
La Supercopa entre Real Madrid y FC Barcelona ha estado marcada por un talante deportivo que faltó en la edición de la temporada pasada. Al famoso episodio del dedado de Mourinho a Tito Vilanova se unió entonces las quejas arbitrales, el juego duro de los blancos y un gesto criticado al final del encuentro. El equipo merengue no se quedó a la entrega del trofeo. Actitud que, 365 días después cambió el cuadro blaugrana. El Barça sí que esperó en el césped del Bernabéu a que Casillas levantara la copa de campeones.
Una vez entregado el trofeo, esta vez sí, los hombres de Tito Vilanova enfilaron el túnel de vestuarios tras una derrota que el técnico trató de endulzar en sala de prensa. "Hoy es uno de los días que más orgulloso estoy de mi equipo", comentó.
Muy cerca de ahí, el encargado de alzar el trofeo mientras lo culés aguardaban, Iker Casillas, agradeció el gesto al eterno rival. "Estoy súper agradecido por esa actitud. Demuestra que hay deportividad entre los dos conjuntos", comentó el guardameta blanco.
Durante el tiempo que los jugadores culés aguantaron en el césped, el Bernabéu coreo todo tipo de cánticos en su contra que los blaugrana aguantaron de forma estoica.