
El Real Madrid trabaja ya a pleno rendimiento para preparar la próxima temporada. Los frentes abiertos son variados. Dos de ellos apuntan a sus máximas estrellas: Kaká y Cristiano Ronaldo se han convertido, para lo malo y para lo bueno, en motivos de preocupación en las oficinas del Santiago Bernabéu. El primero, porque su salida de la casa blanca empieza a ser algo más que un rompecabezas. El segundo, porque su renovación se ha estancado en las cifras que pretende percibir. Inconvenientes con denominador común. La llamada 'Ley Beckham' es el principal obstáculo de ambas operaciones.
¿Recuerdan esta famosa y polémica norma? La impuso el Gobierno de José María Aznar allá por 2003. Su objetivo era atraer a nuestro país a altos ejecutivos de todo el mundo, pero, finalmente, se convirtió en un mecanismo por el que fichar a grandes estrellas del fútbol a precio de 'saldo'.
Con ella, aquellos empleados extranjeros que no hubieran residido en España en los anteriores 10 años y que cobrasen más de 120.000, podían tributar en un régimen especial del 23% y no del 45%, como establecía por aquel entonces la norma.
Beckham, (de ahí el apodo de la dichosa Ley) fue el primer futbolista que se aprovechó del cambio legislativo y con él, un buen puñado de jugadores. Seis años después, dos de los últimos cracks en subirse al barco de este régimen especial fueron también madridistas. ¿Quienes? Nuestros protagonistas.
Cristiano Ronaldo y Kaká aterrizaron en el Santiago Bernabéu, en parte, gracias a esta norma. Los dos cobran unos 12 millones de euros que, en bruto, suponen 'sólo' 15'5 millones para el Real Madrid. En condiciones normales la entidad dirigida por Florentino Pérez debería haber abonado en su momento 21'1 millones de euros por temporada.
Hay que recordar que en el fútbol español, los clubes negocian con sus futbolistas en neto y, más tarde, son ellos los que asumen el porcentaje de IRPF que el futbolista debería pagar.
Apenas unos meses después (enero de 2010), la norma cambió. El ejecutivo de Zapatero, en los albores de la crisis, modificó el régimen de impuestos directos y abolió la norma creada por el ejecutivo de Aznar. Adiós a la Ley Beckham, eso sí, sin carácter retroactivo.
Aquellos que hubiesen firmado sus contratos bajo el régimen anterior podrían mantener sus beneficios durante seis años, el tiempo fijado por la norma para tributar en semejantes condiciones favorables. Casualidades de la vida, Cristiano Ronaldo y Kaká firmaron por seis temporadas, justo el límite marcado por la norma.
Hoy, poco más de tres años después de su llegada a España, lo que en su día fue una ventaja es un inconveniente.
El caso de Kaká
En el caso de Kaká, el problema es más grave que en el caso de Cristiano Ronaldo. El Real Madrid no quiere al brasileño y el brasileño, hastiado de ser suplente habitual, busca momentos de gloria lejos de la capital. Sin embargo, todas las negociaciones abiertas han fracasado hasta la fecha. ¿El problema? Su salario.
Kaká quiere seguir cobrando los cerca de 12 millones de euros limpios que percibe en el Real Madrid. Cierto es que en sus últimos contactos con el Milan ha ofrecido una ligera rebaja de su salario, pero éste seguiría en el entorno de los nueve millones limpios por año.
Eso, traducido en cantidades brutas, supondría, en Italia, pagar casi 17,3 millones de euros. Es decir, que el cuadro rossonero debería pagar más de lo que paga actualmente el Real Madrid y el futbolista, por el contrario, percibiría menos. Esa cifra, la de los 17,3 millones de euros, es, hoy por hoy, impensable en el Calcio. Demasiado dispendio para un futbolista con demasiadas dudas a sus espaldas.
Algo similar (e incluso peor) ha ocurrido en las ofertas realizadas por PSG o Chelsea. En ambas Kaká no ha hecho intención de bajar su sueldo. Así pues, el conjunto parisino debería abonar casi 48 millones al año tras los cambios en el IRPF impuestos por Hollande (75% a las altas fortunas). El cuadro londinense, por su parte, tendría que pagar 24 millones por temporada (la retención es del 50%).
Ante este panorama, el jugador prefiere no mover ficha. Es decir, prefiere permanecer en el Real Madrid y cobrar lo que cobra que irse a otro equipo y arriesgarse a percibir mucho menos de lo que gana actualmente.
Así, al Real Madrid le cuesta venderlo. Dicho de otro modo, si Florentino Pérez quiere recibir tajada de su venta, lo tiene crudo. La única alternativa para forzar su adiós es casi regalarlo para que el coste del posible traspaso que debería pagar el comprador se invierta en el sueldo del futbolista.
El caso de Cristiano Ronaldo
El caso de Cristiano Ronaldo es menos grave, pero también preocupante para el presidente del Real Madrid. Desde hace semanas ambas partes negocian una ampliación de contrato también estancada en el salario. En el momento en el que el luso renueve, su sueldo comenzará a tributar bajo el nuevo IRPF del 52%.
Dicho de otro modo, el Real Madrid dejará de pagar 15,5 millones de euros al año para abonar casi 31. ¿Por qué? Porque CR7 quiere percibir 15 millones de euros limpios que, más el 52% citado anteriormente, disparan las cantidades brutas que debe abonar el Real Madrid.
Sin Ley Beckham que proteja este salario, el sueldo se dispara por encima de las posibilidades de los blancos, que prentenden que la continuidad del futbolista se fundamente en otros incentivos (primas por partidos, goles, títulos) que por el salario neto que debería percibir.