
Todavía no ha terminado la temporada para el Barça y los problemas de la próxima campaña ya se le acumulan en el Camp Nou. Cosas de la transición más delicada de su historia. La marcha de Guardiola empieza a despertar fantasmas del pasado. Fantasmas en forma de guerras internas, presiones externas y trapos sucios que, durante la era dorada del 'Pep-Team' no existieron y si lo hicieron, se ocultaron bajo la gloria de los títulos.
Pero todo eso pasó. Se acabó la tregua. La guerra ha comenzado. Guerra de facciones. A un lado, los 'laportistas', fieles del ex presidente culé dispuestos a preparar un asalto próximo en el tiempo a la presidencia blaugrana del que fuera mentor forzado de Guardiola. Recordemos que Pep nunca fue su entrenador. Su elección era Mourinho, pero la jugada le salió mal y tuvo que apostar por la opción de la casa.
Al otro lado, los 'rosellistas', los que defienden la gestión del actual presidente, alejada de las estridencia de su antecesor, pero equidistantes también a las posiciones de Guardiola, a algunas de sus reglas, como la de evitar fichajes galácticos o evitar la 'comercialización' de los éxitos del equipo.
Guerra de dos bandos cuyo final se intuye en el verano de 2016 (por entonces el Barça convocará de nuevo elecciones) pero que tendrá consecuencias en el presente más inmediato. La actual directiva culé teme un verano "muy caliente" contra Tito Vilanova. Más de uno de sus integrantes apuesta a que los sectores críticos pedirán su cabeza antes de que empiece la temporada.
Teorías de la conspiración
De hecho, en los últimos días ha corrido por la Ciudad Condal una corriente de opinión que desde el Camp Nou descartan categóricamente. Esta nueva 'teoría de la conspiración' apunta a que Tito Vilanova saldría del Barça al final de la actual campaña.
Es decir, que su nombramiento sería una suerte de pacto con el propio entrenador para crear una cortina de humo que mitigase por unos meses la salida de Guardiola. "Falso, es totalmente descabellado", confirman fuentes culés a EcoDiario.es que, sin embargo, vaticinan que historias como éstas y otras similares comenzarán a circular por Barcelona en breve.
De hecho, las filtraciones sobre el supuesto mal rollo entre Tito y Pep o las amenazas sobre Sandro Rosell partirían de estos sectores. Son los descontentos con el nombramiento de Vilanova, de aquellos que todavía creen que la continuidad de Guardiola no se explica por cuestiones personales del propio Pep, sino por desavenencias con Sandro Rosell. Los mismos que ya dudan de la capacidad de mando de Tito, de que sea capaz de dirigir un equipo tan exigente como el Barça actual.
El propio Vilanova es consciente de que serán meses complicados. Él no es Guardiola ni lo pretende. Ya lo dijo el propio Zubizarreta durante la rueda de prensa en la que se confirmó el relevo. "Distinto entrenador, misma esencia". Sin embargo, la sombra de Pep será siempre alargada. Demasiado alargada. Cualquier tropiezo hará saltar las comparaciones y ahí Tito tiene las de perder.
Momentos de debilidad que serán los más delicados para el nuevo dueño del banquillo. "Habrá siempre máxima confianza en él. Sabemos que todo proyecto necesita tiempo para desarrollarse", insisten desde Barcelona. Curiosamente Guardiola es el ejemplo que usan desde el Camp Nou para avalar esta teoría. Sus contrarios pidieron su cabeza después de que en sus dos primeras jornadas de Liga se cosechara una derrota y un empate.
La historia podría repetirse. Sólo el tiempo y los resultados dirán si la trayectoria de uno y otro caminan por sendas paralelas o si lo que se prevé como un verano acaba como una pesadilla prolongada en otoño.