
El Real Madrid atraviesa un momento dulce de forma. Los números le cuadran: la Liga parece más cerca que nunca mientras sus jugadores rompen todos los récords conocidos en España y en Europa. Éxitos en el que un hombre ha sido básico. Benzema y su transformación explican, en gran medida, el por qué de este equipo en pleno crecimiento.
Los efectos sufridos (o disfrutados, según se quiera ver) por el francés se mimetizan con los del equipo. El paralelismo es evidente. La relación causa efecto, también. Nadie imagina este Real Madrid sin el nueve merengue en once inicial día sí, día también.
Lejos quedan los tiempos en los que el debate en el Bernabéu era si el francés debía ser titular o si debía dejar su puesto a Higuaín.
No. Ahora, como mucho, las dudas se quedan en si ambos deben formar juntos, pero Karim es inamovible porque éste Real Madrid y su estilo de fútbol no se entiende sin él sobre el césped.
Al toque y al galope
Su velocidad y capacidad para jugar al toque y al 'galope' son clave para entender por qué los blancos son líderes en Liga y van camino de jugar su segunda semifinal consecutiva en la Champions League. Benzema sabe mimetizarse con los dos estilos que combinan los de Mourinho. El del contragolpe le sienta de perlas. El francés está más explosivo que nunca.
La principal diferencia con respecto a las anteriores versiones dadas con el Real Madrid no es que ahora marque más goles (que también), sino que ahora llega antes a todos los balones y eso le permite adelantarse a los rivales un segundo antes que ellos. Suficiente para poder rematar mas cómodamente a puerta y, por lo tanto, hacer más goles.
El estilo de toque y posesión también le sienta bien. Al borde del área, no se pone nervioso. Al contrario que otros compañeros (como el ya citado Higuaín) busca la triangulación y no le importa asistir a sus compañeros para que sean éstos los que sorprendan.
Si la jugada lo exige, hace de Özil, Kaká o Di María. Este año ya acumula cuatro asistencias en Liga y cinco en Champions y una en Copa, diez en total. En toda la temporada anterior acumuló sólo seis pases de gol. Los números cantan.
Para colmo, está aprendiendo a ser un ariete de área, un matador como Higuaín, más próximo a la versión de delantero centro tradicional que al modelo de futbolista todoterreno que representa el propio Benzema o Villa, entre otros. Sus goles de cabeza ante Málaga o Apoel así lo demuestran. Testarazos de ariete puro, con olor a pólvora en cada jugada.
El impulso dorado de Florentino
Mourinho tiene buena parte de culpa en esta transformación. Él y Florentino Pérez, que apostó por él cuando Karim tenía claro que quería marcharse por su escasa participación en los duelos contra el Barça la temporada pasada.
No lo hizo, reforzó sus esfuerzos y recuperó el tono físico (adiós a las pizzas, adiós a las malas compañías) hasta ser el killer que es hoy.
Su gol ante el Osasuna y las comparaciones con el mismísimo Van Basten y su tanto a la URSS en la final de la Eurocopa le han colocado de nuevo en lo más alto. Una fama que, en caso de lograrse la Liga y la Champions, será más elevada todavía. La Eurocopa podría consolidarla. Benzema es ya uno de los mejores delanteros del mundo, el mejor (Messi y Cristiano a parte) para muchos madridistas.
Como para Florentino Pérez. El presidente blanco sigue soñando con que su jugador fetiche (se desplazó hasta su casa para ficharlo) pueda alzar en breve el Balón de Oro. Una aspiración que el propio Benzema también comienza a creerse. Este 2012 podría ser su año.