
Iker Casillas no suele estar habituado a la crítica. Sin embargo, en apenas cuatro días, ha recibido más de las que haya podido escuchar a lo largo de la presente temporada por sus actuaciones en los goles de falta que le han valido a los blancos perder cuatro de los diez puntos de ventaja que el Real Madrid tenía sobre el Barça.
Ambas jugadas son calcadas: faltas en la frontal del área, casi, casi a la misma distancia de la portería y algo escoradas a la derecha del área blanca.
Ambos tantos, además, entran por el mismo palo, el izquierdo, él que defiende el internacional merengue. Casualidades del fútbol, además, los dos han sido ejecutados por dos de sus mejores amigos en su trayectoria como internacional de la Selección Española y ambos llegaron en los últimos minutos de partido.
La única diferencia es que en el de Cazorla, el domingo pasado, la bola entró por toda la escuadra.
El de ayer, de Marcos Senna, entró ajustado al palo, raso, por abajo. La pregunta en ambas es la misma: ¿pudo hacer algo más Casillas para evitar que la pelota se colara en su meta?
La respuesta, como casi todo en el fútbol, son totalmente subjetivas. Depende de opiniones. Muchos aficionados se inclinarán por pensar que es fallo del arquero. Otros creerán que es, en realidad, maestría de los lanzadores. La mezcla de ambas puede ser la respuesta más correcta.
Sea como fuere, lo que sí es evidente es que en ambas acciones Casillas da un pequeño pasito hacia el lado contrario, el derecho, justo antes de que el esférico cruce el aire rumbo al lado izquierdo de la meta. Es decir, parece que Iker se mueve en un primer instante pensando que ambos balones superarán la barrera para ir por ése palo y no por el que él defiende.
¿Error? ¿Reflejo? ¿Pecado venial o imperdonable? Ahí es donde reside el debate. Lo que no se puede negar tampoco es que el portero blanco salvó a su equipo en ambos partidos con buenas paradas.
En el caso del Málaga, Rondón o Joaquín comprobaron los reflejos del arquero. Este miércoles, ante el Villarreal, Nilmar o Marco Ruben se desesperaron por los buenos reflejos de un portero que por primera vez se ha mostrado humano. Y eso para Casillas no es habitual. Él no está acostumbrado a la crítica.