
El partido de este sábado entre Barcelona y Sporting dejó entrever una vez más que hay nerviosismo en el seno del club azulgrana. En primer lugar, nerviosismo deportivo, toda vez que el equipo no logra rendir a su mejor nivel y le cuesta ganar a rivales en teoría inferiores. Pero también se percibe cierta tensión en los gestos, palabras y actitudes de los barcelonistas.
En el primer aspecto, cabe resaltar que un Sporting limitado, en puestos de descenso y sin victorias en sus siete últimos partidos plantó cara a todo un campeón de Liga y de Europa, nada menos que en el Camp Nou.
El rocoso planteamiento de Javier Clemente tuvo su mérito. No es fácil aguantar 70 minutos sin que el Barcelona te cree verdadero peligro en su propio campo. La ausencia de jugadores importantes como Messi hizo el resto. No era el día de los culés.
Y los tres puntos se salvaron con sufrimiento, tras muchos minutos de no poder pasar por encima del rival, y con el 'run-run' en la grada de ver que la Liga cada día está más difícil. El pensamiento es común en la hinchada: ¿y el día que llegue un rival duro en la Champions, qué?
Con el factor deportivo en suspense, a algunos les preocupa más la faceta extrafutbolística. Las declaraciones de Gerard Piqué tras su expulsión sacaron a relucir una actitud nada positiva para el conjunto azulgrana.
"La roja fue premeditada", aseguró el central inculpando claramente al colegiado Velasco Carballo. Una vez más, salen a relucir las conspiraciones arbitrales. Un clásico en los últimos tiempos que en nada ayuda a los grandes del fútbol español, especialmente en lo relativo a la imagen que cosechan en el resto del territorio nacional.
Culpar a un árbitro de expulsar a un futbolista adrede supone una acusación grave y un precedente peligroso. Por eso acierta Guardiola al afirmar que "no estaría en esta profesión si pensara que alguien premeditadamente viene a hacerte daño".
No obstante, el técnico azulgrana debería apaciguar los ánimos de sus jugadores para evitar que se repitan actitudes así. De aquí a final de temporada se vivirán nuevas situaciones de tensión que ya vienen precedidas de un caldo de cultivo peligroso.
De seguir por este camino, el único sitio al que se puede llegar es un clima de tensión similar al que se vivió la temporada pasada entre Barcelona y Real Madrid, y que tanto avergonzó a los aficionados de ambos equipos y a los hinchas del fútbol español en general. Y todos ganaremos si los jugadores son los primeros que tratan de evitarlo.