
El FC Barcelona afronta una situación más que complicada. El próximo fin de semana el equipo de Pep Guardiola se medirá a la Real Sociedad con una plaga de bajas que ha obligado al técnico culé a llamar a los entrenamientos a hasta cuatro juveniles (Babunski, Quintillà, Bagnack, Óscar García) y a tres de los habituales jugadores del filial que refuerzan el equipo (Tello, Sergi Roberto y Dos Santos). Jugadores que podrían tener su oportunidad ante los vascos y que están sufriendo las consecuencias de una plantilla corta. Demasiada responsabilidad y pocos resultados. La cantera culé no está dando los resultados esperados en un año clave.
Y no la está dando porque está siendo víctima de las circunstancias y del marketing que provoca ser engullidos por el lema antes que por la realidad.
Esto es: en algunos sectores del barcelonismo se cree que la cantera lo salvará todo y que lo hará de la noche a la mañana, como si de una especie de fórmula milagrosa se tratase. No es así. Nunca fue así. Los milagros fugaces de jugadores que despuntan de forma espectacular en apenas un año son casos contados.
De hecho, en el caso de la era Guardiola sólo un futbolista cumple con estos requisitos: fue Sergio Busquets, que pasó de jugar en Tercera a ser titular indiscutible como quien pasa del salón de su casa a la cocina, sin enterarse.
El resto de canteranos que ha despuntado durante la era Guardiola ha necesitado de tiempo de 'cocción', de paciencia y minutos repartidos de forma consecuente.
Con mimo emergió Pedro, que en la primera temporada de Pep en el equipo apenas jugó un puñado de minutos. Fue en la segunda temporada cuando despuntó, y en muchos casos siendo suplente, no titular indiscutible, condición que sólo logró el año pasado.
Algo parecido ocurre con Thiago. El futbolista está siendo titular y está cumpliendo, pero su papel no está siendo el que más de uno vaticinaba a principios de temporada, cuando parecía que iba a ser el relevo natural de Xavi.
Hoy son más dudas que respuestas las que ofrece al espectador culé. Algo similar ocurre con Isaac Cuenca, un jugador ya de facto de la primera plantilla, pero que todavía no ha dado el salto de calidad que sí dieron en su día los dos anteriores ejemplos.
En el caso del resto de jugadores de la cantera que están jugando con frecuencia ocurre algo similar. Ninguno ha derribado la puerta del primer equipo pidiendo a gritos una oportunidad. Lógico: ninguno de ellos ha pasado el tiempo de preparación que se le supone a un jugador para madurar.
Tiempo del que sí gozaron en su día los Xavi, Iniesta, Puyol, Messi o Valdés, por ejemplo. Todos ellos jugaron bastantes minutos, pero lo hicieron de forma repartida, compartiendo responsabilidad con sus compañeros más veteranos y, en muchos casos, no esperándose de ellos que salvaran al Barça en los momentos clave.
Hoy todo ha cambiado. Los canteranos juegan más porque la plantilla es corta y las lesiones apremian. Eso les carga de responsabilidad (más si cabe con el Real Madrid siete puntos por delante) y les obliga a tener un papel para el que todavía es demasiado pronto.
Así se puede explicar que en los últimos partidos culés los canteranos que han participado no hayan conseguido mantener el pesado nivel de una plantilla obligada a ser siempre excelente, pase lo que pase.
Semejante hecho no significa el fracaso del modelo culé (ni mucho menos) pero sí que apunta a un cambio de filosofía a la hora de elaborar una plantilla corta que, cuando sufre problemas, ve como sus jóvenes chavales no pueden seguir el ritmo del resto.