
Al final, después de toda la polémica en torno a su figura durante la última semana tras el pisotón a Messi, Mourinho decidió alinear a Pepe en el partido de vuelta de Copa del Rey frente al FC Barcelona. Cabía esperar que el defensa luso calmara sus ánimos y redujera la intensidad de su juego pero, más bien al contrario, Pepe se empeñó en dejar claro que no está dispuesto a cambiar su estilo dentro del terreno de juego.
Ayer volvió a ser protagonista por acciones que poco o nada debería tener que ver con el fútbol. Como ya pasara en el partido de ida disputado en el Santiago Bernabéu, cuando simuló haber recibido un manotazo por parte de Cesc Fábregas, también anoche Pepe optó por seguir ensayando sus dotes teatrales tirándose al suelo en el área cuando era cubierto por Gerard Piqué, ante el asombro del propio central culé. El árbitro, con buen criterio, decidió entonces no hacer caso a las malas mañas del defensa blanco.
Pero ahí no quedó todo. La agresión a Messi de la ida vería su réplica sobre la figura de Cesc, precisamente con un manotazo como el que el propio Pepe simularía en la ida. En esta ocasión, Teixeira Vitienes tampoco sancionó la acción y el central sólo vería una cartulina amarilla tras una fuerte entrada a Dani Alves.
Lejos de intentar cambiar su mala imagen, Pepe ha decidido seguir ensuciándola con acciones sancionadas la mayor parte del mundo del fútbol. Por su parte, se demuestra que el club no hace nada por frenar sus impulsos, lo cual ha repercutido en los últimos días a los valores de señorío y juego limpio que tradicionalmente han sido asociados al Real Madrid.
Mientras tanto, los aficionados culés presentes en el Camp Nou no olvidaban la actuación de Pepe en el Bernabéu y trataron de recordárselo gritándole "asesino, asesino". Tal era el ánimo de revancha que, tras una entrada de Messi al propio defensa portugués que parecía a modo de revancha, la grada comenzó a corear el nombre del argentino como si hubiera realizado una proeza deportiva.