Fútbol

Mourinho y el cambio del Real Madrid: de equipo 'barriobajero' a conjunto ejemplar

Mourinho, durante el duelo frente al Málaga | EFE

El Real Madrid ha cambiado. Instalado en la bronca permanente, los merengues iniciaron la temporada agolpe de polémica constante, amarillas y rojas de todos los tipos y condición. Un puñado de días después, los blancos han abandonado la careta de conjunto embarrado en innecesarias tanganas para trazar la línea de un cuadro limpio e impoluto. Los números lo ratifican: de 31 cartulinas en los primeros ocho encuentros a sólo cinco en los últimos ocho partidos. José Mourinho ha obrado el milagro. Sus chicos ya no parecen una pandilla de barrio incontrolada.

Ésa era por momentos la imagen que dieron los blancos en las primeras jornadas. El inicio no fue prometedor. Camp Nou, vuelta de la Supercopa de España: Marcelo provoca una entrada brutal sobre Cesc y Mourinho responde con el dedo en el ojo de Tito Vilanova. No era la primera vez.

La pasada temporada los anteriores Clásicos acabaron embarrados en el fango de lo incómodo, con cruces de acusaciones y lluvia de amonestaciones para los merengues. Algunos sectores de la prensa incluso dudan de si semejante actitud no se tratase de una estrategia de Mourinho. Tapar el mal juego con polémicas abultadas. Nada confirmado, pero sí una coincidencia visible.

Récord de tarjetas rojas

Tras aquel episodio, los blancos volvieron a meterse en un lodazal de malos gestos impropios de un grande. Khedira protagonizó el siguiente episodio. El mediocentro fue expulsado ante el Levante por empujar a Ballesteros tras una acción en la que Di María acometió una brutal entrada contra uno de los jugadores del actual líder de Primera.

Fuentes madridistas afirmaron entonces que el alemán sólo cumplió órdenes de Mourinho. El técnico pidió que se defendiera a los compañeros ante los ataques y provocaciones rivales. Se pasó de frenada y terminó en el vestuario antes de tiempo.

En aquel duelo Pepe también estuvo a punto de pisar la cabeza de Xavi Torres en el enésimo de agresividad excesiva por parte del jugador que mejor parecía representar aquella imagen.

Las cifras, en aquel inicio, también hablaron por sí mismas: el Real Madrid vio tres rojas en seis partidos (Marcelo dos, una Khedira), las mismas que habían visto los blancos en los primeros 19 duelos de la temporada anterior.

La charla de la tranquilidad

Tras tanta tempestad, llegó un punto de inflexión: la conjura de Valdebebas. La reunión que mantuvieron los jugadores con Mourinho pidiéndole calma y más tranquilidad en sus acciones (la voz cantante la llevaron los españoles) provocó que tanto el portugués como su plantilla decidieran abandonar el disfraz de equipo extremandamente bronco y 'canchero' para centrarse en jugar al fútbol. Y la fórmula ha funcionado.

Los blancos apenas han visto cinco cartulinas en los ocho encuentros siguientes y sobre la cancha se aprecia un fútbol más noble, en el que apenas hay entradas violentas y juego subterráneo.

Hombres como Marcelo o Arbeloa (duros en partidos anteriores) han mutado a versiones 'futboleras' que hacen más hincapié en sacar la pelota de forma limpia, que con la fuerza. La presencia, además, de Sergio Ramos, Albiol y Varane en el centro de la zaga ayuda. Sin Pepe y Carvalho lesionados, el equipo gana en precisión y pierde dureza.

Tensiones rebajadas que también se notan fuera del terreno de juego. Mourinho no carga contra sus rivales y el grado de provocaciones se ha reducido a un par de fogonazos del luso, lejos de lo que solía ser recital constante rueda de prensa, tras rueda de prensa.

El método funciona y los blancos se acercan a la cabeza de la tabla. ¿Espejismo o realidad? Sólo el tiempo -y probablemente los clásicos- demostrarán si es así o no.

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