Fútbol

El Real Madrid forzará que el Clásico se juegue en diciembre como venganza a Rosell

El primer Clásico liguero se jugará en diciembre | AFP

La venganza del Real Madrid se servirá fría y en diciembre. El club blanco no piensa aceptar la petición de aplazamiento del Clásico que debería disputarse el 11 de diciembre y que la participación del Barça en el Mundial de Clubes amenazaba con aplazar. Los merengues responderán con un rotundo no a la petición culé. Como mucho aceptarán que se dispute el sábado 10 de diciembre. Es su respuesta a las amenazas de Sandro Rosell.

El cuadro catalán había sugerido que ese partido no se disputase en la fecha elegida y se jugase en alguno de los escasos miércoles libres que esta temporada habrá en el calendario.

El objetivo era poder viajar cuanto antes a Japón para adaptarse al Jet Lag y poder jugar con plenas garantías las semifinales del torneo. Los planes de Guardiola era hacerlo el propio sábado, llegar a Japón en domingo y tener tres días de aclimatación.

Si el Real Madrid finalmente impone su criterio, el Barça deberá salir el domingo, llegará un lunes y tendrá sólo el martes para adaptarse.

"Lo miraremos con el Madrid y con los demás agentes que intervienen, para ver cuál es la mejor solución para ese objetivo, para nuestro fútbol, porque recordemos que el Barça acude como representante del fútbol europeo y español", comentó este miércoles Zubizarreta como forma de presionar al propio club blanco, a la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y la Federación Española de Fútbol (RFEF).

Sin embargo, los argumentos culés caerán en saco roto. Para aceptar el aplazamiento, los organismos que rigen nuestro fútbol necesitarían del consenso con el otro rival, en este caso el Real Madrid. La normativa sí que podría forzar al aplazamiento si entre un choque y otro hubiera 48 horas o menos de diferencia. No ocurre así si se juega el sábado. No habrá consenso.

Con esta reacción el Real Madrid prolonga la guerra que mantiene con los culés desde que el pasado mes de abril se disputara el maratón de Clásicos.

La última amenaza de Rosell tras las provocaciones merengues ("romperemos relaciones si hay más casos así") es considerada en el Bernabéu una forma de desprecio que invalida cualquier acercamiento. Es su forma de vengarse ante los últimos desagravios que llegan desde el Camp Nou.

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