Fútbol

El obcecado Cristiano, la excepción del manual de Mourinho: ¿Se atreverá a sentarlo en el banquillo?

Cristiano lanza a puerta por enésima vez sin suerte esta temporada

Mourinho es cómo Napoleón Bonaparte: un caudillo (en este caso del vestuario) que por tener muchos frentes abiertos se arriesga a perder la guerra. El Real Madrid hace aguas futbolistícas (y extrafutbolísticas) por tantas grietas que destacar sólo una parece complicado. Sin embargo, el aficionado se estanca en la falta de pegada Su equipo también. Ausencia de efectividad con el egoísmo de Cristiano por bandera. ¿Se atreverá Mourinho a sentar algún día a su compatriota?

No o sí con matices. De hacerlo le buscará mil excusas: desde descanso físico hasta posibles molestias, todo vale. Pero vamos, que pensar si quiera en semejante opción suena a utopía.

El Real Madrid es Cristiano y diez más, al menos sobre el papel de las alineaciones. Sobre el césped, ambos parecen unidades independientes, protagonistas distintos que no se reconocen ni se integran

Redundar en la ansiedad galopante que está sufriendo el delantero suena excesivo, pero es necesario. No hay balón que no le caiga en los pies que no termine en un lanzamiento de puerta, por muy lejano que sea, por muy enmarañado que se antoje.

Cuando las circunstancias le obligan, cuando no puede intentarlo desde 40 metros, CR7 pega el balón a sus psicodélicas botas y se arranca en sprints imposibles. ¿Y los compañeros? Ni están ni se les espera...al menos en su mente individualista.

La parte de culpa de Mourinho

Quizá la culpa no la tenga él en un 100%. Quizá la culpa la tenga un sistema que le hace bajar de su habitual posición la pasada temporada hasta convertirle casi en un mediapunta medionada. Porque Mourinho le exige trabajar más y hacerse un hueco entre los centrocampistas rivales.

Para el técnico, CR7 no es CR9, no es un delantero. Tampoco lo era en ocasiones en el Manchester United. Pero había una diferencia entre uno y otro: en Old Trafford el luso arrancaba desde la derecha o la izquierda, pegadito a la cal, para desplazar a toda la defensa rival. Y de ahí no se movía inicialmente.

En el Real Madrid se despista cuando le toca hacerlo porque quiere un balón para él solo, porque quiere demostrar a todo el mundo que él es el mejor de los mejores.

Tiene patente de corso por lo importante que fue la temporada pasada, pero sólo hasta un límite. Más si cabe viendo la actitud de Mourinho con anteriores ejemplos similares. Benzema chupó banquillo por no hacerlo bien. Sergio Ramos se llevó un palo por omisión ante la Real Sociedad. Xabi Alonso sufrió un tirón de orejas tras no carburar ante Osasuna. Y por supuesto, Pedro León también fue castigado por motivos todavía desconocidos pese a ser el mejor frente al Levante.

La regla de tres señala a Cristiano. De seguir así debería irse al banquillo o quizá ni ir convocado a algún duelo. Pero la regla de Mou es que en su mundo no hay reglas fijas. Solo las que él quiere. Y una de ellas es que Cristiano es intocable.

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