Fútbol

Uruguay deja de lado su tradicional mesura para festejar el éxito mundialista

Montevideo, 2 jul (EFE).- Los uruguayos rompieron hoy todos los estereotipos sobre su tradicional tranquilidad y mesura y salieron a la calle para festejar con un inusitado entusiasmo y una genuina felicidad el paso de su equipo a la semifinal de la Copa del Mundo.

Miles de ciudadanos abarrotaron las calles en todas las ciudades del país al son de tambores, cornetas y petardos para cantar y bailar por la victoria uruguaya en los penales ante la selección de Ghana y convertirse así en uno de los mejores cuatro equipos del mundo, por vez primera desde 1970.

Ese despliegue de jolgorio se vio sin duda potenciado por la angustia vivida por los casi 3,3 millones de uruguayos en los minutos finales del encuentro, con un penalti en contra en el minuto 121 de la prórroga por la mano deliberada del delantero Luis Suárez para evitar un claro gol del equipo africano que hubiera supuesto la derrota de los sudamericanos.

Tras el error del jugador africano Asamoah Gyan, llegó la tanda de penaltis, los aciertos del arquero Fernando Muslera, la ejecución "a lo Panenka" de Sebastián Abreu del último disparo, y la épica celebración de los uruguayos.

En Montevideo miles de personas se concentraron para seguir el juego ante una pantalla gigante instalada en la Plaza Independencia, que lució completamente llena con las banderas blancas y azules de Uruguay, mientras que otros cientos de ciudadanos se congregaron en bares de toda la ciudad para seguir a los suyos en la distancia.

Entre los que festejaron hoy, en su inmensa mayoría jóvenes y niños, pocos habían visto a su equipo destacar en un campeonato mundial.

Desde los campeonatos mundiales logrados por Uruguay en 1930 y 1950, el equipo celeste dio pocas alegrías a sus seguidores, que hasta hoy, varias generaciones después, seguían recordando el gol de Alcides Ghigia en Maracaná ante Brasil como una gloria deportiva insuperable, algo que hoy comenzó a resquebrajarse.

Un testigo de aquellas victorias, pero que hoy celebró como uno adolescente más, fue un veterano uruguayo de 82 años que se identificó como Jaime "El Positivo".

Frente a la pantalla gigante, pero aferrado a su transistor y a una vetusta carraca testigo de otras alegrías uruguayas, "El Positivo" recordó a Efe que si bien las victoria en Maracaná en 1950 tuvo un sabor y un sentimiento especial, el equipo que ahora dirige Oscar Tabárez "está dando buenas sensaciones", lo que a su juicio augura "que Uruguay saldrá campeón".

"Y se lo digo a todos, si llegamos a la final somos campeones, porque Uruguay nunca ha perdido una final", apuntó.

En el emblemático y centenario bar de la capital Expreso Pocitos, los fieles parroquianos llenaron el local horas antes del pitido inicial, entre ellos familias como la de César, otro testigo de la victoria de 1950 que acudió acompañado por sus dos hijos y tres nietos.

"Siempre tuve esperanzas de volver a ver a Uruguay campeón del mundo, y daría cualquier cosa para que mis nietos pudieran vivir lo que yo viví ese día", afirmó rememorando el "Maracanazo" de 1950.

Menos de quince minutos tardaron los montevideanos en arrojarse al paseo marítimo que circunda la ciudad y bloquearlo completamente, festejando como si de un carnaval se tratara la victoria ante los ghaneses.

La sensación de fiesta, los gritos de "Vamos arriba, Uruguay" y "Uruguay, carajo", y los espontáneos bailes callejeros hacían presagiar una larga noche de viernes.

"Igual ya no vamos a dormir hasta el partido con Holanda", aseguró a Efe uno de los jóvenes hinchas, que con la cara pintada de celeste y blanco y equipado con una gran bandera de Uruguay se disponía a disfrutar de una celebración "como no había visto nunca en Montevideo".

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