Ansiedad en los ojos. Hambre en las botas. Cristiano Ronaldo se sube por las paredes. Ante el Atlético de Madrid mostró por primera vez un individualismo exagerado, superlativo. Chupón, en lenguaje de barrio, el luso sigue queriendo ser, en cada partido, el mejor de los suyos. Mosqueo en la grada y miradas en los despachos: "Esta obsesión suya..."
Que al delantero le gusta jugársela él solo, es algo que todo el mundo sabe. Cristiano y el individualismo forman un matrimonio bien avenido donde el Real Madrid había sido el principal beneficiado. Hasta ahora.
Frente al eterno rival en la capital española, CR9 se llenó de balón. Una y otra vez lo intentó, una y otra vez falló. Fue ahí cuando empezó a hacer cosas poco habituales en él.
Lanzamientos de falta lejanísimos, tiros forzados buscando una portería imposible de alcanzar, diagonales eternas sin levantar la cabeza para buscar al compañero... No es lo común en su estilo. Y tras cada fallo, cien gestos de rabia y desesperación. Esta vez sí: es su estilo.
No es que Cristiano sea un alma caritativa del pase al prójimo, pero tampoco es la versión ibérica del Robben más desesperante. Sus compañeros se han beneficiado de exhibiciones donde no sólo sabía golear, también asistir. "Quizá Higuaín le toque el orgullo", comentaba la grada al ver su exceso de egoísmo ante el Atlético.
No sería de extrañar. Tras la eliminación de la Champions, el palco del Bernabéu se empeñó en filtrar los malos rollos entre ambos tras un par de jugadas en las que el Pipita pasó del 9 merengue. Nadie debió extrañarse de ello.
H20 y CR9: Pareja letal, sociedad imperfecta
Higuaín y Cristiano forman una pareja letal, pero no una sociedad perfecta: suman 40 goles entre los dos en la Liga BBVA, pero sólo tres de ellos han llegado de combinaciones entre ambos arietes (dos pases de gol del portugués al argentino y uno a la inversa).
Cada uno de ellos busca su beneficio propio y en esta partida inesperada el de la albiceleste le está ganando la partida. Está a sólo dos tantos de Messi, el principal enemigo de Cristiano para lograr el Balón de Oro. La situación debería ser al reves, debe pensar la cabeza del hombre de los 90 millones de euros. Pues no: la realidad manda. Higuaín golpea primero.
La paz de Pellegrini y el miedo a la tendencia
Entre tanto, Manuel Pellegrini pone paz al asunto. Niega la rivalidad entre los dos arietes y tira de tópico. El fútbol, ya saben, que es así: "Cristiano tuvo remates que pudieron parecer ansiosos pero son cosas de su fútbol. Ni él, ni Higuaín piensan en sí mismo, sino en el equipo", puntualizó el entrenador del Real Madrid.
La realidad parece decir lo contrario. Por eso Cristiano está más acelerado que nunca. Ambición que no debería transformarse ni en ansiedad, ni en despesperación, dicen en el Bernabéu.
Ahí aparecería el verdadero problema que generaría un peligroso motín a bordo del madridismo. Guerra de guerrillas internas en un vestuario cargado de egos.
Tan anómala actuación frente al Atlético preocupa. Que no se convierta en tendencia es vital para que el Real Madrid siga caminando firme rumbo a la machada de romper la hemonía blaugrana en una de las temporadas más espectaculares que se recuerda.