
Por fin habló. Casi diez años después de la intervención judicial en el Atlético de Madrid (que, según muchos aficionados, le avocó al descenso) el fiscal de aquel caso, Carlos Castresana, volvió a hablar. "Los Gil sacaron 66 millones de euros del Atlético a paraísos fiscales", sentencia. Más alto y claro, imposible.
En una larga entrevista concedida a Radio Marca, Castresana se sinceró descubriendo algunos (no todos) de los secretos mejor guardados del único caso contra un grande del fútbol español por fraude. Corría el año 1999 cuando la Audiencia Nacional ordenó la intervención del conjunto colchonero. Manuel Rubí se hizo con el mando del equipo apartando de la dirección a los Gil.
Comenzó un peregrinar por el desierto que, en boca de muchos de los jugadores de aquell plantilla, "acabó con el equipo en Segunda. Entonces, Castrejana calló. ¿Por qué salta a la palestra ahora? "Hablo ahora y no entonces porque los fiscales debemos hablar en el juzgado, no en los medios", afirma para abrir boca.
Primera palabras suaves para una serena andanada de artillería pesada. Sin alterarse, con tono suave apunta y dispara. Cañonazo inicial: "Jesús Gil y Enrique Cerezo jamás invirtieron una peseta por adquirir el Atlético".
Tras varias investigaciones iniciales (publicidad fraudulenta, desvíos de fondos) esa fue la principal cuestión que se dirimión en este caso. "Los Gil compraron el club pero no lo pagaron, al contrario de los otros 3.000 accionistas que sí lo hicieron en la reconversión a Sociedad Anónima del equipo", explica Castresana en un claro ejemplo de "apropiación indebida".
¿Por qué terminaron los Gil controlando el Atlético si no pagaron ni un duro? "Está claro: si esto afecta a dos partes y una no habla, sucede lo que ocurrió". El Atlético pasó a manos de quien no debía, según la versión de Castresana quien tenía clara la solución para los de la rivera del Manzanares. "El club debió salir a subasta cuando lo intervenimos previa ampliación de capital para resolver las dedudas que le acosaban", argumenta.
Sin embargo, el camino tomado por el juez fue otro. El club volvió a manos de los Gil previo pago de los 12 millones de euros que se debieron abonar en su día. Aquí paz y después gloria. "No lo entendí. Me pareció un contrasentido", prosigue.
66 millones en fichajes fantasma
No es lo único. "La familia Gil sacó 11.000 millones de pesetas -unos 66 millones de euros- del Atlético de Madrid para llevarlo a paraisos fiscales mediante la compra de jugadores falsos". Suma y sigue.
En cuanto se observaron los primeros indicios de fraude este Quijote de la Ley (actuó contra Berlusconi o Pinochet entre otros) se puso manos a la obra. No sabía en qué se metía al introducirse en el mundo del fútbol.
"Los Gil tenían todos los medios de comunicación para difamar contra mí. Yo no podía defenderme. Estaba solo", explica. Una esfera, la del deporte, que invita a presiones ajenas que llegan a las más altas instancias. El, por entonces, fiscal general del Estado nombrado por el PP, Jesús Cardenal, le prohibió que ordenase "qué Jesús Gil entrase en prisión".
Invitaciones y "sugerencias" que también le llegaron desde el Atlético de Madrid. Castresana no habla de compra por parte de los dirigentes madrileños. Se le nota la inteligencia.
"En un descanso en el juicio en Málaga, Miguel Ángel Gil Marín -hijo de Jesús Gil y actual propietario del club- se me acercó en la sala y me dijo que quería hablar conmigo, en privado. Yo le dije que no tenía nada que hablar. Insistió y le comenté que hablase con su abogado y me pidiese cita en mi despacho. Me dijo que quería tomar un café conmigo y ahí terminó la conversación", relata en Radio Marca.
Por su parte, la familia Gil ha querido negar todas las acusaciones vertidas por parte de Castresana apuntando a que la ley dictó sentencia. Ahí se acaba el caso para los dueños del Atlético.