
En los últimos años, el mapa de los rodajes cinematográficos en España ha cambiado significativamente. Si bien Madrid y Barcelona siguen siendo los grandes centros de la industria, otras provincias españolas empiezan a ganarse su lugar como escenarios recurrentes para las producciones cinematográficas. La tendencia hacia una mayor diversificación geográfica está cobrando fuerza, impulsada por el interés de administraciones locales y autonómicas en atraer rodajes.
La proliferación de oficinas dedicadas a la atracción de rodajes y el aumento de las ayudas y exenciones fiscales han sido claves para este cambio. Cada vez son más las comunidades autónomas que apuestan por este sector, con el objetivo de aprovechar el potencial de sus paisajes y infraestructuras. El caso más reciente se observa en el próximo Festival de Málaga, donde 15 películas españolas competirán por el galardón. De ellas, ocho se han rodado en Madrid y Barcelona, mientras que las otras siete han elegido ciudades y provincias como Valencia, Huesca, Bilbao, Sevilla y Murcia.
Entre las películas destacadas, encontramos La buena letra, rodada en Valencia, Lo que queda de ti en el Pirineo de Huesca, o Sorda en Murcia, una clara muestra de cómo las productoras están ampliando sus horizontes más allá de las grandes urbes. Incluso algunas producciones internacionales han recurrido a territorios menos convencionales; por ejemplo, Ravens, una coproducción con Japón, llevó parte de su rodaje a Tokio.
El auge de las productoras en todo el territorio
El crecimiento de la industria del cine en regiones fuera de Madrid y Barcelona es también evidente en el aumento de productoras en diferentes comunidades. Según los datos del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), el número de empresas dedicadas a la producción cinematográfica ha crecido exponencialmente en las últimas dos décadas. En 2013, Madrid contaba con 92 empresas productoras, cifra que ha más que duplicado hasta alcanzar las 195 en 2023. Cataluña sigue la misma tendencia, pasando de 107 a 195 empresas.
Pero lo más interesante se observa en otras comunidades: Canarias ha multiplicado por cuatro su número de productoras, pasando de 9 a 32; Andalucía lo ha hecho de 20 a 67; y la Comunitat Valenciana de 17 a 41. Esta expansión refleja una clara intención de descentralizar la producción y hacer del cine un motor económico en todo el país.
La distribución en las ayudas
En cuanto a las ayudas gubernamentales, Madrid y Cataluña siguen siendo las principales beneficiarias, con montos que superan los 30 millones de euros cada una en 2023. Sin embargo, el País Vasco, con 16 millones, también se destaca como un territorio clave para la financiación de proyectos. La Ley del Impuesto de Sociedades, con incentivos fiscales específicos en ciertas regiones, ha sido fundamental para atraer inversiones en zonas como Canarias, Navarra y Euskadi, donde los rodajes no solo se benefician de una mayor accesibilidad fiscal, sino de un panorama paisajístico diverso.
Además, la Spain Film Commission, que coordina más de 40 oficinas territoriales, continúa trabajando para optimizar la circulación de financiación y atraer más proyectos a todas las regiones. Su labor ha sido crucial en la expansión del cine más allá de los centros tradicionales, con oficinas destacadas en comunidades como Castilla y León, Canarias y Cataluña.
El número de largometrajes nacionales ha aumentado significativamente. En 2023, se produjeron 298 películas, que recaudaron más de 82 millones de euros. Con una industria cada vez más diversificada, España se perfila como un destino cinematográfico atractivo tanto para productores locales como internacionales. El objetivo es claro: seguir creciendo, ampliando los horizontes y promoviendo las riquezas culturales y geográficas de todo el país.