
Ha sido un descubrimiento Funny Woman, serie de británica basada en la novela homónima Nick Hornby, que narra la historia de Barbara Parker, una reina de belleza de una ciudad pequeña del norte de Inglaterra (Blackpool) que se convierte en una destacada figura de la comedia en el Londres de los años 60. Protagonizada y producida por Gemma Arterton, la serie completa (diez capítulos) está en Sky y puede verse también en Movistar.
La trama sigue a Barbara Parker, quien, tras ganar el título de Miss Blackpool decide mudarse a Londres para perseguir su sueño de convertirse en una estrella de la televisión. Adoptando el nombre artístico de Sophie Straw, Barbara se enfrenta a los desafíos de una industria dominada por hombres, luchando por encontrar su estabilidad familiar y sentimental, su amor, su voz y redefinir las actitudes hacia las mujeres en la década de 1960.
La interpretación de Gemma Arterton es magistral y el Londres sesentero y yeyé es un personaje más y la banda sonora muy de la época es una joya.

La actriz de Su Mejor Historia (Lone Scherfig, 2016) cautiva desde el primer episodio y transmite el ingenio y la sensación de modernidad que irradia Barbara, la protagonista.
Arterton encarna la evolución de su personaje a lo largo de la serie y encaja a la perfección con su ambientación de la década de los 60 con estilismos que reflejan fielmente la época, sumergiendo al espectador en el vibrante mundo del Swinging London.
La serie cuenta entre sus guionistas con el escritor de la novela, Nick Hornby (An Education, Alta Fidelidad), que ofrece una visión divertida (comedia) y nostálgica de la lucha de una mujer por hacerse un lugar en ese ambiente. Aunque la serie destaca por su ambientación y la actuación cómica de Gemma Arterton, dentro del humor subyace una crítica que refleja no solo lo machista que era el mundo "civilizado" sino el largo camino que nos falta aún hoy para que la mujer tenga los mismos derechos que los hombres.
En el desarrollo de sus personajes secundarios encontramos un homosexual maltratado por la sociedad y la policía, por culpa de leyes que aún siguen vigentes en países donde dejamos que se organicen Mundiales de Fútbol con los que blanquean sus teocracias y su falta de respeto a las mujeres o colectivos LGTBI. También de deja entrever cómo la sociedad británica de los 60 perdonaba actitudes en hombres que sin embargo condenaba en mujeres, como infidelidades, adulterios o embarazos fuera del matrimonio.