Evasión

La odisea de los mods en clave de rock: medio siglo de la llegada de Quadrophenia a España

La Lambretta, esa moto que parece diseñada por un sastre italiano, y las parkas, verdes y anónimas como la noche, trazan la silueta de una juventud que quiso ser moderna en la Inglaterra de los sesenta. Pero cuando se rebusca en los recuerdos de ese movimiento que fue tan breve como intenso, no son las motos ni los trajes los que aparecen primero. Es Quadrophenia, la ópera rock de The Who, el canto de cisne de una tribu que se rebeló contra todo para terminar, como todos, atrapada por su propia leyenda.

Lanzado en 1973, Quadrophenia cuenta la historia de Jimmy, un joven desorientado que busca su lugar en el mundo mientras las calles de Brighton se convierten en campo de batalla entre mods y rockers. Más que un simple álbum, es un espejo de una época y un testamento de una identidad colectiva que ya estaba desmoronándose. En España, el disco llegó en 1974, y ahora, cincuenta años después, es una obra de culto, un artefacto que brilla con el fulgor de lo irremediablemente pasado.

El laberinto de la creación

Pete Townshend, guitarrista, compositor y visionario de The Who, concibió Quadrophenia a finales de 1972, en un momento en que la banda buscaba desesperadamente reconectar con su público. Para entonces, The Who ya no eran mods. Esa etapa quedó atrás después de A Quick One (1966). Roger Daltrey, el cantante, había cambiado la gomina por una melena al viento, y las canciones ya no hablaban de scooters ni de fiestas en sótanos llenos de humo y ska.

Sin embargo, Townshend, con su mezcla de ambición artística y nostalgia, decidió rendir homenaje a los mods, esa audiencia que los había hecho grandes. Quadrophenia sería un álbum conceptual que reflejaría no solo la vida de Jimmy, el protagonista, sino también las personalidades de los cuatro miembros de la banda, como si fueran espejos rotos de una misma imagen.

Pero el proyecto, como Jimmy, nació en conflicto. Townshend quería grabarlo en sonido cuadrofónico, una tecnología avanzada para la época, y construir su propio estudio. La realidad técnica no estuvo a la altura de sus sueños, y el álbum terminó grabándose en un estudio móvil, con recursos limitados. La presión técnica se sumó a las tensiones internas de una banda al borde del colapso.

Por primera vez, Townshend escribió todas las canciones del disco, lo que dejó a los demás miembros del grupo relegados a la interpretación. Esto no sentó bien, especialmente a John Entwistle y Keith Moon, cuyo carácter explosivo chocaba constantemente con la personalidad meticulosa de Townshend.

El resultado fue un álbum denso, complejo, y cargado de temas difíciles de llevar al escenario, como The Real Me o Love, Reign O'er Me. Aunque el disco no alcanzó el éxito comercial que esperaba la banda, se consolidó como una obra maestra que condensaba la tensión entre las expectativas del pasado y la realidad del presente.

La resurrección en celuloide

El verdadero renacimiento de Quadrophenia llegó en 1979, con el estreno de la película homónima dirigida por Franc Roddam. Mientras el álbum era un monumento a los mods del pasado, la película se convirtió en el catalizador de un revival mod que estalló en Inglaterra y se extendió por Europa. Brighton, con sus playas de guijarros y sus peleas épicas, volvió a ser el escenario donde la juventud se redescubría a sí misma.

La banda sonora de la película, sin embargo, tomó un rumbo diferente al álbum original. Si el disco era un rock progresivo, casi operático, la película devolvió a los mods a sus raíces musicales: rhythm and blues, soul y rock & roll. Temas de James Brown, The Kingsmen y The Ronettes reemplazaron el dramatismo de Townshend por una energía más cruda y visceral, conectando con una nueva generación de jóvenes que se reconocían en las melodías de antaño.

En España, el movimiento mod encontró eco en ciudades como Barcelona y Madrid, con bandas como Brighton 64 y Los Flechazos, que bebieron directamente de esa banda sonora. Las Lambrettas volvieron a recorrer las calles, y los trajes ajustados y las corbatas delgadas recuperaron su lugar en la estética urbana.

El legado de Quadrophenia

En el fondo, Quadrophenia no es solo la historia de Jimmy, ni de los mods, ni de The Who. Es un retrato de la lucha por encontrar identidad en un mundo que parece diseñado para aplastarla. Jimmy, con su frágil sentido de pertenencia y su constante búsqueda de algo más, es todos nosotros.

La música de Quadrophenia, con su mezcla de furia y melancolía, captura ese instante en el que el presente se convierte en pasado, en el que la rebeldía se transforma en nostalgia. Como Jimmy dice en su epifanía final: "Soy uno, pero soy único". Y eso, al igual que Quadrophenia, es todo lo que importa.

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