Evasión

Ámsterdam suma otro atractivo: en el Rijksmuseum se puede ver en vivo cómo restauran un Rembrand

La idea de permitir al público ver en vivo y en directo cómo los conservadores restauran la obra maestra de Rembrand La Ronda de Noche, pintado en 1642, suma atractivo al siempre imprescindible Rijksmuseum de Ámsterdam.

La obra está siendo restaurada en una cámara de cristal, donde el público puede observar cada detalle del proceso. El proceso de restauración, denominado Operación Ronda de Noche, comenzó hace seis años y recientemente ha avanzado desde la fase de investigación hacia la eliminación de una capa de barniz añadida en los años 70.

La Ronda de Noche, que mide 363 cm por 437 cm, no es solo una pintura, sino un símbolo nacional de los Países Bajos. Desde que fue creada, la obra ha sufrido diversos tratamientos de restauración, algunos apresurados y mal ejecutados. Estos tratamientos, junto con las huellas dejadas por los eventos históricos y los actos de vandalismo, han afectado la integridad de la obra. En el siglo XVIII, por ejemplo, la pintura fue recortada cuando se trasladó al ayuntamiento de Ámsterdam, perdiendo dos figuras en el lado izquierdo. Durante la Segunda Guerra Mundial, la obra fue escondida en un bunker en la costa y luego en una cueva en Maastricht para protegerla de los nazis. Más tarde, en 1911, sufrió un ataque con cuchillo, y en 1975 se le realizaron cortes graves. En 1990, un paciente psiquiátrico escapado roció ácido sobre la pintura. Sin embargo, a pesar de estos ataques, La Ronda de Noche ha sobrevivido, lo que la convierte en un testimonio de resistencia y resiliencia.

La pintura ocupa un lugar privilegiado en el final de la Galería de Honor del museo, como un altar de devoción en medio de los tesoros del Siglo de Oro holandés. Taco Dibbits, director general del Rijksmuseum, ha declarado que la disposición del museo fue diseñada en torno a La Ronda de Noche. "Encapsula la sociedad civil de los Países Bajos", comenta. A diferencia de un retrato grupal formal, Rembrandt presenta una historia: la de un grupo de guardias civiles marchando con sus armas. "Es como si en una foto escolar, los niños aún estuvieran corriendo por la cancha", explica Dibbits en Financial Times.

El proceso de restauración, sin embargo, es complejo. Tres factores complican la tarea: el tamaño monumental de la pintura, el hecho de que ha sido tratada en numerosas ocasiones a lo largo de su historia y la técnica tan variada que utilizó Rembrandt. El barniz descolorido se elimina con paños de microfibra tratados con disolventes, pero la pintura original, de 17 siglos, es extremadamente dura y resistente, lo que requiere un trabajo meticuloso y preciso. Como aclara Dibbits, "es un trabajo de milímetro, o como dicen los holandeses, trabajo de monje".

Los conservadores realizan su labor mientras la obra permanece colgada en la pared, en lugar de trabajar sobre una mesa horizontal en un estudio. Se utilizan plataformas elevadoras personalizadas, equipadas con escáneres y microscopios, que permiten a los restauradores trabajar en secciones específicas de la tela. Tras eliminar el barniz y las capas de pintura añadidas, se aplica un nuevo barniz base, seguido de retoques con pinturas a base de agua, y finalmente se aplica un barniz de cierre. No hay un plazo definido para terminar la restauración, lo que refleja la naturaleza detallada y rigurosa del trabajo.

El proceso ha sido financiado por donantes privados, con el patrocinio principal de AkzoNobel, una empresa neerlandesa que también ha ayudado al museo en el análisis de los pigmentos utilizados por Rembrandt. Aunque se mantiene en secreto el costo total del proyecto, se sabe que se trata de una cifra que asciende a varios millones de euros. La restauración se realiza bajo la mirada constante de más de 2,5 millones de personas que visitan el museo cada año, lo que genera una presión adicional sobre el equipo de conservación.

Para los visitantes, la oportunidad de ver cómo se restaura una obra tan emblemática es única. Paul van den Biesen, historiador de arte neerlandés, comenta que su hijo Max, de ocho años, imagina que la pintura está "desnuda" durante el proceso de restauración, como si se le estuviera quitando ropa antes de ser "vuelta a vestir". Para muchos, como Ally, una turista estadounidense, el hecho de ver la pintura en proceso es aún más fascinante que simplemente admirarla en su estado original. "Es como si no debiéramos verla", dice mientras observa a los restauradores a través del cristal.

El proyecto de restauración de La Ronda de Noche no solo ofrece una visión única de la obra, sino que también pone de relieve la dedicación y el compromiso de los conservadores, que trabajan en condiciones extremas y bajo el escrutinio constante del público. A través de este esfuerzo, el Rijksmuseum no solo asegura la preservación de una de las obras más importantes de la historia del arte, sino que también permite que las generaciones futuras sigan maravillándose con el legado de Rembrandt.

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